En los años posteriores a la Gran Recesión, los bancos decidieron mantener alrededor de 420.000 millones de dólares en reservas en lugar de prestarlos a ciudadanos y empresas estadounidenses. Aunque muchos tienden a culpar a los propios bancos por esta decisión, un académico con experiencia en Wall Street apunta directamente a la política de la Reserva Federal de pagar intereses sobre las reservas excedentes de los bancos.
Raymond Kim, profesor asistente de finanzas en el W. A. Franke College of Business de la Universidad del Norte de Arizona, ha analizado este fenómeno en un artículo revisado por pares, que se publicará en The Financial Review en 2025. Kim ha cuestionado las explicaciones comunes sobre la disminución de los préstamos bancarios y ha propuesto una nueva teoría: la reducción del crédito se debió a que, a partir de octubre de 2008, la Reserva Federal comenzó a pagar intereses sobre las reservas en exceso de los bancos.
Antes de 2008, los bancos no ganaban intereses por el dinero que mantenían en sus reservas. Esto los obligaba a prestar esos fondos para obtener rendimientos. Sin embargo, con la llegada de la recesión, la Reserva Federal comenzó a ofrecer intereses sobre estas reservas a un tipo superior al de los bonos del Tesoro estadounidense. Esta nueva política convirtió el mantenimiento de reservas en una opción más atractiva que el riesgo asociado a los préstamos.
Un análisis de la situación
El estudio de Kim, que analiza datos financieros reportados por más de 6.000 bancos entre 2008 y 2017, revela que la disminución de los préstamos bancarios superó el 5% tras la implementación de estos intereses, lo que equivale a aproximadamente 420.000 millones de dólares en un periodo de nueve años. Según Kim, esta decisión de la Reserva Federal constituye la única explicación sólida para la prolongada reducción en la concesión de préstamos por parte de los bancos.
Los economistas han argumentado que la caída en los préstamos se debió a la preferencia de los bancos por invertir en bonos del Tesoro, considerados como una inversión de bajo riesgo. Sin embargo, Kim asegura que este razonamiento es erróneo. “Los bonos del Tesoro son la deuda más segura del mundo, pero los bancos solo poseen el 4% del total de estos bonos, por lo que no pueden influir significativamente en los precios”, afirma. Además, sostiene que los bancos tienden a comprar bonos del Tesoro cuando sus precios están bajos, lo que contradice la idea de que están impulsando su valoración al invertir en ellos.
Kim también señala que durante la Gran Recesión, los bancos no se volcaron en los bonos del Tesoro como en crisis anteriores, lo cual se atribuye a la nueva política de la Reserva Federal. “Si eres un banco y sabes que puedes ganar un 5% de interés con la Reserva Federal, es natural que prefieras mantener más reservas”, concluye Kim, haciendo hincapié en que esta elección se intensifica en épocas de recesión, cuando los tipos de interés de los bonos del Tesoro caen.
Criticar la política de la Reserva Federal es un tema delicado. Kim menciona que le tomó nueve años publicar su investigación, en parte porque los revisores incluyeron a personas de la propia Reserva Federal. Sin embargo, se siente satisfecho de haber arrojado luz sobre las consecuencias no intencionadas de las decisiones de esta institución. “Si esto llega al Congreso, podrán señalar que la Reserva Federal está utilizando nuestros impuestos para incentivar menos préstamos”, advierte Kim, resaltando la necesidad de que la Reserva Federal reconozca que sus decisiones pueden tener efectos colaterales significativos.