El primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha confirmado que no asistirá a la inauguración de Donald Trump, prevista para el 20 de enero en Washington. Según un portavoz del gobierno húngaro, la agenda de Orban está dominada por compromisos internos, lo que le impide participar en la ceremonia.
Orban, conocido por su apoyo incondicional a Trump, ha manifestado en varias ocasiones su opinión de que el regreso del ex presidente estadounidense podría contribuir a la paz en Ucrania. Ha criticado el apoyo de la Unión Europea a la prolongación del conflicto en Ucrania y ha subrayado la necesidad de un liderazgo internacional fuerte que facilite las negociaciones para resolver la crisis.
Prioridades internas y reformas económicas
En el ámbito doméstico, Orban se encuentra centrado en la implementación de una serie de reformas económicas y sociales que tienen como horizonte el año 2025. Su gobierno ha presentado un “presupuesto de paz” que busca revitalizar la economía húngara. Entre las iniciativas clave se encuentran el aumento de los beneficios fiscales para las familias, la lucha contra la inflación a través de negociaciones salariales y la ampliación del apoyo a la vivienda para los jóvenes menores de 35 años. Estas medidas forman parte de la ambición más amplia del primer ministro de lograr un crecimiento económico que supere al de otras naciones europeas.
Orban fue uno de los primeros líderes europeos en respaldar a Trump durante su exitosa campaña presidencial en 2016. En su primer mandato, Trump recibió a Orban en la Casa Blanca en 2019. El primer ministro húngaro también viajó a Estados Unidos el pasado julio para reunirse con Trump en Mar-a-Lago, donde elogió al líder republicano, afirmando que podría poner fin al conflicto en Ucrania si regresaba a la presidencia.
Además de Orban, otros líderes europeos también han decidido no asistir a la inauguración. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado que priorizará el compromiso diplomático temprano con la nueva administración estadounidense para abordar desafíos compartidos, como el conflicto en Ucrania y las relaciones transatlánticas.
