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La frecuencia de desprendimientos en el Mont Blanc se ha duplicado desde la Pequeña Edad de Hielo

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enero 16, 2025

La era del Pequeño Hielo, que se extendió desde principios del siglo XIV hasta mediados del siglo XIX, fue un periodo de enfriamiento significativo en el que las temperaturas medias en el hemisferio norte descendieron hasta 2°C, lo que provocó el avance de los glaciares. Este fenómeno dejó una huella marcada en el paisaje que perdura hasta nuestros días. Recientemente, un estudio publicado en Earth and Planetary Science Letters ha investigado cómo el macizo del Mont-Blanc en Francia ha respondido a las condiciones ambientales cambiantes desde la finalización de este periodo glacial en la década de 1850.

El equipo de investigación, liderado por la doctora Léa Courtial-Manent de la Université Savoie Mont Blanc, se centró en las tendencias de erosión a largo plazo del macizo montañoso a través del análisis de eventos de desprendimiento de rocas. La doctora Courtial-Manent, que vive en una región montañosa, se siente personalmente motivada por la necesidad de entender la degradación del paisaje como resultado del cambio climático. Según explica, “nuestro estudio se enfoca en cómo la crisis climática impacta la erosión en las montañas, analizando los eventos de desprendimiento de rocas en el macizo del Mont-Blanc”.

Impacto del Cambio Climático en la Erosión

El equipo utilizó datos de nuclidos cosmogénicos de material transportado en la superficie del glaciar (carga supraglacial) para medir las concentraciones del isótopo berilio-10 (10Be), lo que refleja la duración de la exposición de los fragmentos de roca a los rayos cósmicos. Este análisis permite determinar el tiempo que la roca permaneció estacionaria antes de caer.

En particular, se centraron en la cuenca de Mer de Glace, donde mediante escaneos láser terrestres identificaron 123 desprendimientos de rocas menores (de hasta 566 m3) y observaron directamente 71 desprendimientos mucho mayores (de hasta 20,000 m3). Combinando estos datos con la información sobre 10Be, el equipo pudo calcular las tasas de erosión a lo largo del tiempo. Las observaciones directas provienen de una red de observadores lanzada en 2007 que confía en la ciencia ciudadana.

“Los guías de montaña, los cuidadores de refugios y los montañeros informan si ven un desprendimiento de rocas”, indica la doctora Courtial-Manent. “Especifican la fecha y la ubicación, y proporcionan una estimación del volumen de roca, tratando de ser lo más precisos posible”. Esta colaboración permite producir una visión más completa del fenómeno.

Al combinar los tres métodos (escaneo láser terrestre, observaciones directas y datos de 10Be), el equipo pudo “superar los sesgos de cada método individualmente”, lo que les permite “retroceder más en el tiempo, abarcar un área más amplia y, gracias a las leyes de potencia, estimar las tasas de erosión potenciales debido a desprendimientos de rocas más grandes que no fueron monitoreados”.

Los investigadores identificaron una tasa de erosión de más de 4.1 mm/año entre 2006 y 2011, que ha aproximadamente duplicado la estimación máxima de 2.2 mm/año durante la era del Pequeño Hielo. En algunas caras de roca aisladas, se ha observado un incremento de hasta cinco veces en las tasas de erosión locales.

Menos del 6% de los desprendimientos de rocas se atribuyen a bloques menores de 1 m3, mientras que más del 20% se pueden atribuir a volúmenes inferiores a 100 m3, siendo el resto resultado de movimientos masivos de gran escala. El material de estos eventos de desprendimiento sugiere un periodo de erosión continua equivalente a aproximadamente siete años desde 1850.

Los científicos explican que esto se debe a la intensa acción del permafrost en las paredes rocosas del Mont-Blanc por debajo de los 3,800 metros sobre el nivel del mar. El agua que penetra en las grietas de la pared rocosa se congela cuando las temperaturas descienden, lo que provoca que el hielo en expansión agrande la grieta. Cuando el hielo se descongela, el agua se desliza más abajo en la grieta y, al volver a congelarse, este ciclo se repite hasta que finalmente la roca se fractura, dando lugar a eventos de desprendimiento.

Dado que se prevé que la degradación del permafrost en las paredes rocosas continúe a medida que el calentamiento global derrite el hielo y fomenta procesos de congelación-descongelación, esta investigación subraya la importancia de comprender los patrones de desprendimientos tanto en el presente como en el futuro. El aumento de la frecuencia de estos eventos representa un peligro para las comunidades locales.

“A la tasa de escalada actual, es casi seguro que la frecuencia de desprendimientos en el macizo del Mont-Blanc seguirá aumentando”, concluye la doctora Courtial-Manent. “Es difícil afirmar con certeza si esta tendencia se duplicará nuevamente en el futuro o dar una fecha precisa de cuándo podría ocurrir. Sin embargo, lo que puedo decir es que las caras norte y las paredes rocosas, incluso a altitudes superiores a las estudiadas, están sufriendo las consecuencias de la crisis climática, lo que tendrá un impacto importante en la frecuencia de los desprendimientos”.

Más información:
Léa Courtial-Manent et al, A significant doubling of rockfall rates since the Little Ice Age in the Mont-Blanc massif, inferred from 10Be concentrations and rockfall inventories, Earth and Planetary Science Letters (2024). DOI: 10.1016/j.epsl.2024.119142

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