Donald Trump aún no ha asumido la presidencia de Estados Unidos, pero ya se vislumbran tensiones con el Vaticano. La relación entre ambos líderes, que fue complicada durante el primer mandato de Trump, parece estar destinada a repetir su historia de conflictos. Esta percepción fue reafirmada en un simposio celebrado en Roma, donde el exjefe de la CIA en la capital italiana, Robert Gorelick, destacó que el diálogo entre Washington y el Vaticano se ha vuelto «mucho más conflictivo».
El reciente enfrentamiento se centra en los nuevos nombramientos realizados por ambos mandatarios. En diciembre, Trump propuso a Brian Burch como nuevo embajador de EE.UU. ante la Santa Sede. Burch es conocido por ser un acérrimo crítico del Papa Francisco y presidente del grupo conservador CatholicVote. Por su parte, Francisco eligió al cardenal progresista Robert McElroy, un defensor de los migrantes y crítico de Trump, como nuevo arzobispo de Washington, lo que acentúa aún más el choque ideológico entre ambos.
Un choque de visiones
Gorelick subrayó que la elección de Burch marca un claro intento de Trump de establecer un conflicto con el Vaticano, mientras que el Papa optó por McElroy, lo que anticipa un enfrentamiento visible. Este conflicto podría resultar en un intento de excluir al Papa de la escena internacional, minimizando su influencia en los foros diplomáticos. La estrategia parece ser ignorar las posturas del Vaticano, como si su perspectiva no tuviera relevancia.
El contexto actual es diferente al del primer mandato de Trump, ya que el Papa Francisco no goza del mismo prestigio y apoyo que antes. Según el periodista Giorgio Rutelli, la Iglesia católica en EE.UU. ha virado hacia la derecha, convirtiéndose en un factor clave en la victoria de Trump, con un 56% de los católicos votando por él en las últimas elecciones, según un sondeo del Washington Post.
La situación se complica aún más con el catolicismo estadounidense, que se ha transformado en un manifiesto político en lugar de ser una expresión de fe, como señaló el catedrático Gregory Alegi. Esto coloca a este sector en un polo opuesto al del Papa, lo que podría dar lugar a choques significativos en temas como la inmigración, donde las posturas de ambos son diametralmente opuestas.
Además, se prevé que surjan tensiones en cuestiones como la crisis climática, que el Papa considera un problema urgente, mientras que Trump ha mostrado una postura escéptica al respecto. La relación entre el Vaticano y China también podría ser un punto de fricción, dado que el Papa ha buscado mejorar las relaciones con el país asiático, algo que fue motivo de controversia durante la administración Trump.
En el ámbito de la diplomacia, se anticipa que el Vaticano podría ser excluido de futuras mediaciones en crisis internacionales, un papel que ha desempeñado en numerosas ocasiones. Recientemente, el Vaticano facilitó un acuerdo para la liberación de 550 presos en Cuba, un hecho que contrasta con la postura hostil de Trump hacia la isla, apoyado por la comunidad cubano-americana, que es mayoritariamente conservadora.
Sin embargo, hay quienes sugieren que el Vaticano podría tener un papel en la crisis de Ucrania, dado que el Papa ha criticado la postura agresiva de EE.UU. hacia Rusia. Trump, por su parte, ha manifestado su deseo de restablecer el diálogo con el Kremlin, lo que podría tener repercusiones imprevisibles en la región.
