El cohete Starship de SpaceX, diseñado por Elon Musk, sufrió una «descomposición rápida no programada» durante su último vuelo de prueba, lo que ha llevado a la compañía a confirmar la pérdida de la nave espacial. Imágenes capturadas por testigos muestran cómo fragmentos del cohete se desintegraban y ardían al caer, creando un espectáculo visual que recuerda a una lluvia de meteoros.
La prueba se llevó a cabo el jueves por la tarde en la instalación de SpaceX en Boca Chica, Texas, y tenía como objetivo demostrar las capacidades del cohete, que incluían el lanzamiento de diez satélites simulados al espacio. Mientras que el propulsor Super Heavy logró regresar a la plataforma de lanzamiento y fue capturado por los brazos mecánicos de la torre, un logro que solo se había conseguido en una ocasión anterior, la nave Starship enfrentó problemas de apagado de motores durante su ascenso.
La comunicación se perdió aproximadamente ocho minutos y medio después del lanzamiento, lo que culminó en lo que la empresa describe como una “descomposición rápida no programada” de la nave. Dan Huot, portavoz de SpaceX, comentó sobre el incidente: “Fue genial ver cómo el propulsor regresaba, pero estamos obviamente decepcionados por la nave”. Añadió que “es una prueba de vuelo. Es un vehículo experimental”.
El CEO de SpaceX, Elon Musk, compartió uno de los videos del evento en redes sociales, aunque aún no ha confirmado si se trataba de su cohete ni ha hecho comentarios sobre el incidente en sí.
Competencia en la industria espacial privada
Este contratiempo se produce en un momento de intensa competencia en la industria espacial privada. El mismo día del incidente, Blue Origin, la empresa fundada por Jeff Bezos, lanzó su cohete New Glenn desde Cabo Cañaveral, Florida. Aunque la etapa superior del cohete logró alcanzar la órbita, el propulsor de primera etapa no pudo aterrizar en un barco de recuperación, lo que resultó en su destrucción.
Con una altura de 123 metros, el Starship de SpaceX es el cohete más grande y potente del mundo. La compañía, bajo la dirección de Elon Musk, planea utilizar el Starship para desplegar satélites de Starlink y, en última instancia, para llevar tripulaciones a la Luna y Marte.