Un reciente estudio realizado por los psicólogos Patrick Hill y Jennifer Beatty de la Universidad de Washington en St. Louis ha puesto de manifiesto la relación entre un sentido de propósito y el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y conductuales (SEB) en estudiantes universitarios. Esta investigación, que se llevó a cabo con 400 estudiantes, busca comprender mejor cómo estas habilidades influyen en la capacidad de establecer y alcanzar metas a largo plazo.
La encuesta, que incluyó a 200 estudiantes de la propia universidad y a otros 200 de instituciones a nivel nacional, abordó la percepción que estos estudiantes tenían sobre su sentido de propósito y su nivel de competencias SEB. Estas habilidades abarcan áreas como la autogestión, la cooperación y la resiliencia emocional, así como su impacto en el bienestar general y el rendimiento académico.
Relación entre el sentido de propósito y habilidades SEB
Los hallazgos sugieren que existe una notable superposición entre el sentido de propósito y las habilidades de autogestión. En particular, aquellos que poseen un fuerte sentido de propósito tienden a experimentar una mayor satisfacción con la vida. Sin embargo, contrariamente a lo que los investigadores habían anticipado, no se encontraron vínculos significativos entre el sentido de propósito y el rendimiento académico medido a través del GPA (promedio de calificaciones) o la probabilidad de finalizar un grado.
Hill, profesor de ciencias psicológicas y cerebrales, subraya que este estudio contribuye a una tendencia creciente en la psicología educativa que enfatiza el desarrollo de habilidades SEB, en lugar de centrarse únicamente en rasgos de personalidad. Esta aproximación se basa en la premisa de que las habilidades son enseñables y que la capacidad de establecer metas puede ser un rasgo moldeable.
A medida que los psicólogos se alejan de la noción de que la personalidad es fija, se interesan más en cómo modificar la mentalidad de las personas hacia la mejora personal. Hill aclara que el objetivo no es cambiar la personalidad, sino fomentar el desarrollo de habilidades y ofrecer nuevas herramientas.
Beatty, coautora del estudio y candidata a doctorado, se interesa por las capacidades de regulación personal. Ella destaca que, aunque tener un sentido de propósito es valioso, no siempre facilita la acción, especialmente en momentos de dificultad. La investigación revela que las habilidades de autogestión son claves para que las personas puedan resistir impulsos inmediatos y mantener el enfoque en objetivos a largo plazo.
La encuesta evaluó cinco categorías principales de habilidades SEB:
- Compromiso social: Refleja la capacidad de interactuar con otros, así como habilidades de liderazgo y comunicación.
- Cooperación: Involucra la capacidad de mantener relaciones sociales positivas, construir confianza y considerar las perspectivas ajenas.
- Autogestión: Incluye comportamientos orientados a objetivos, la capacidad para completar tareas a tiempo y persistir en metas a largo plazo.
- Resiliencia emocional: Se centra en la habilidad de manejar el estrés y regular las emociones.
- Innovación: Comprende la capacidad de pensar de manera abstracta y creativa.
El estudio corrobora la intuición de que las habilidades de autogestión están vinculadas a un sólido sentido de propósito. No obstante, también se identificaron asociaciones significativas entre el sentido de propósito y las habilidades de compromiso social. Por el contrario, las conexiones con las habilidades de cooperación y resiliencia emocional resultaron ser más limitadas, mientras que las habilidades de innovación no mostraron una relación constante con el sentido de propósito.
Al identificar las habilidades específicas necesarias para el establecimiento de metas a largo plazo, los investigadores buscan guiar a los jóvenes en la búsqueda de su propio sentido de propósito. Beatty y Hill están desarrollando módulos de enseñanza destinados a estudiantes universitarios que faciliten este proceso. A lo largo de su vida, las personas pueden descubrir nuevas metas y un sentido de propósito, lo que resalta la importancia de aprender a priorizar desde una edad temprana.
Un sentido de propósito puede servir como una brújula que ayuda a las personas a regular su comportamiento y a alcanzar sus objetivos, tal como señala Beatty: «Realmente es una habilidad poder enfocar tu vida y energía en lo que te importa».
