Los adolescentes pasan de media hasta seis horas diarias con el móvil, y hay quienes superan las diez horas de uso. Esta creciente dependencia del smartphone no solo plantea interrogantes sobre el tiempo de ocio, sino que también tiene repercusiones en la salud física de los jóvenes. Expertos en fisioterapia alertan sobre condiciones como la tendinitis del pulgar, conocida coloquialmente como «WhatsAppitis», y analizan cómo el uso prolongado del teléfono puede afectar la movilidad y la salud de las articulaciones, así como provocar dolores en diversas partes del cuerpo, desde los dedos hasta el cuello.
El uso constante del móvil está generando posturas inadecuadas y movimientos repetitivos que pueden causar sobrecarga en los tendones y músculos de las manos. Fisioterapeutas han observado un aumento en los casos de adolescentes que presentan problemas en la articulación trapeciometacarpiana, ubicada en la base del pulgar, a causa del abuso del móvil y otras actividades como los videojuegos. La falta de descansos adecuados y la adopción de posturas incómodas contribuyen a un aumento en la aparición de dolencias como la cifosis, que se manifiesta por una curvatura excesiva de la columna cervical, resultado de mantener la cabeza inclinada hacia adelante durante períodos prolongados.
Además de los efectos físicos, el uso excesivo de dispositivos móviles también puede tener un impacto negativo en la salud visual. La exposición continua a pantallas pequeñas puede provocar fatiga visual y aumentar la incidencia de miopía entre los jóvenes. Para mitigar estos efectos, se recomienda adoptar buenas prácticas como mantener el dispositivo a una distancia adecuada, asegurarse de contar con buena iluminación y realizar pausas regulares siguiendo la regla 20-20-20. En cuanto a la interacción entre el cerebro y el uso del móvil, estudios sugieren que el uso constante de estos dispositivos podría alterar la forma en que se comunican el cerebro y los pulgares, lo que a largo plazo podría afectar el control motor y las capacidades cognitivas de las personas. Sin embargo, no hay evidencia que respalde que esta tendencia esté generando cambios evolutivos significativos en la anatomía humana.
