El multimillonario tecnológico Elon Musk ha advertido que Estados Unidos se enfrenta a un riesgo inminente de bancarrota si no se toman medidas «mayores e inmediatas» para abordar el gasto gubernamental, en un contexto de creciente deuda federal. Musk, CEO de SpaceX y propietario de X, ha sido nombrado para co-liderar la nueva agencia denominada Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que tendrá como objetivo reducir los gastos federales innecesarios una vez que Donald Trump asuma la presidencia.
En una publicación reciente en X, Musk reiteró su preocupación sobre la posibilidad de que Estados Unidos enfrente una crisis económica, señalando que «se necesita una acción mayor e inmediata para evitar que América se declare en bancarrota». Esta declaración se produce en un momento en que la deuda nacional ha superado los 36 billones de dólares y se proyecta que alcanzará el límite de deuda recientemente restablecido un día después de la inauguración de Trump, según la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Un panorama preocupante
La última revisión exhaustiva del gobierno federal se realizó en 1984, cuando la deuda nacional era de 1.6 billones de dólares y la relación deuda/PIB se situaba en aproximadamente el 38%. En contraste, hoy en día, esta relación ha aumentado a más del 121%. DOGE ha destacado la necesidad urgente de evaluar y reformar el gasto público, ya que las cifras actuales son alarmantes.
Durante la campaña de reelección de Trump, Musk se comprometió a reducir el despilfarro gubernamental y a simplificar la burocracia federal. En un principio, propuso recortar el presupuesto federal, que asciende a casi 7 billones de dólares, en 2 billones. Sin embargo, en una entrevista reciente, Musk moderó sus expectativas, describiendo esta cifra como un «mejor escenario». En su conversación con Mark Penn, CEO de Stagwell, Musk sugirió que si se intenta reducir el gasto en 2 billones, existe una buena posibilidad de conseguir una reducción de 1 billón.
El empresario considera que una reducción del gasto federal entre 1 y 2 billones de dólares podría equilibrar la producción de bienes y servicios con la oferta monetaria, lo que ayudaría a controlar la inflación. Esta propuesta, aunque ambiciosa, refleja la creciente preocupación por la sostenibilidad de las finanzas públicas en un contexto de deuda creciente y desafíos económicos.
