Al menos diez insurgentes maoístas han perdido la vida en un enfrentamiento armado con las fuerzas de seguridad de la India que se ha desarrollado desde el pasado domingo en la zona centroriental del país. Este conflicto tiene lugar en el distrito de Garianbad, específicamente en la localidad de Kulhadighat, bajo la jurisdicción de la comisaría de policía de Mainpur.
El jefe del gobierno del estado de Chhattisgarh, Vishnu Deo Sai, informó a través de la red social X que más de diez naxalitas, como se conoce a estos insurgentes, han muerto en el transcurso de la confrontación. Sin embargo, otros medios indios, como el canal de televisión NDTV, han reportado que el número de insurgentes fallecidos podría ascender a al menos 14, lo que sugiere una escalada en la violencia.
Contexto del conflicto
La operación de las fuerzas de seguridad, que incluye la colaboración de efectivos de Chhattisgarh y del vecino estado de Odisha, se enmarca en el conocido ‘cinturón rojo’ de la India. Esta región es históricamente un bastión de la insurgencia maoísta, que busca establecer una revolución agraria en el país. Desde su surgimiento tras una revuelta agraria en 1967 en la aldea de Naxalbari, el movimiento maoísta ha mantenido una presencia activa en diversas partes de la India, desafiando la autoridad del gobierno central.
Las autoridades indias han intensificado sus operaciones contra los naxalitas en los últimos años, especialmente en Chhattisgarh, donde se han registrado numerosos enfrentamientos. En octubre del año pasado, una treintena de insurgentes murieron en un choque con las fuerzas de seguridad en una zona selvática del mismo estado. Este patrón de violencia ha continuado, con incidentes recientes que han dejado un saldo de muertos tanto en las filas de los insurgentes como entre las fuerzas del orden.
El conflicto entre el gobierno indio y los maoístas no solo se limita a enfrentamientos armados, sino que también incluye ataques con artefactos explosivos improvisados, como el que ocurrió el pasado 5 de enero, donde murieron varios miembros de la Policía. Las fuerzas de seguridad han responsabilizado a la insurgencia maoísta de estos actos, lo que ha llevado a un aumento en la represión y las operaciones militares en la región.
La situación en la India refleja un complejo entramado de luchas sociales y políticas, donde la pobreza, la desigualdad y la falta de acceso a recursos básicos alimentan el descontento y la insurgencia. A medida que el gobierno busca erradicar esta amenaza, el ciclo de violencia parece lejos de resolverse, dejando a la población civil atrapada en medio de este conflicto prolongado.