Eric Schmidt, el multimillonario y antiguo CEO de Google, ha ganado notoriedad en los últimos años como «el susurrador de la IA», debido a sus numerosas predicciones y advertencias sobre el futuro de la inteligencia artificial. Sin embargo, detrás de esta imagen pública de cautela, su oficina familiar, Hillspire, ha estado realizando importantes inversiones en startups de IA, lo que plantea interrogantes sobre la relación entre la retórica y la práctica en el sector tecnológico.
Desde 2019, Hillspire ha apostado por 22 empresas privadas de IA, según datos proporcionados por Fintrx, una plataforma de inteligencia de riqueza privada. En el último año, la oficina familiar de Schmidt ha realizado 13 inversiones en startups de IA, lo que representa más del 75% de todas sus inversiones en startups. A pesar de que las cifras exactas de las inversiones no se han hecho públicas, se estima que el total de financiamiento para estas 22 empresas supera los 5.000 millones de dólares.
Inversiones Estratégicas en el Sector de IA
Las apuestas de Schmidt incluyen algunas de las startups de IA más prominentes, como Anthropic, H (anteriormente conocida como Holistic AI) y SandboxAQ. También ha invertido en empresas más pequeñas, como la startup suiza Optiml, así como Altera e Inworld AI. Este abanico de inversiones no solo refleja su interés en el desarrollo de la inteligencia artificial, sino que también resalta la creciente importancia de este sector en la economía global.
Schmidt, quien es autor de uno de los libros más influyentes sobre tecnología, «La Era de la IA», coescrito con Henry Kissinger y Daniel Huttenlocher, ha sido un defensor del potencial de la inteligencia artificial, pero también ha manifestado preocupaciones sobre sus peligros. En una entrevista reciente, advirtió que cuando un ordenador puede aprender y hacer todo por sí mismo, «ese es un punto peligroso. Cuando el sistema puede auto-mejorarse, necesitamos pensar seriamente en desconectarlo». Estas declaraciones resaltan la dualidad del avance tecnológico: por un lado, el progreso y la innovación; por el otro, los retos éticos y de seguridad que conlleva.
La creciente atracción hacia la inteligencia artificial no es exclusiva de Schmidt. Un informe de UBS ha revelado que esta tecnología se ha convertido en el tema de inversión más importante para las oficinas familiares, con más del 78% de estas planeando invertir en IA en los próximos dos a tres años. Esta tendencia sugiere un cambio en la percepción de la inteligencia artificial, que se está consolidando como un pilar fundamental en la estrategia de inversión de los más acaudalados.
Entre las últimas inversiones, se encuentra Hooglee, una startup centrada en video y redes sociales, que busca transformar la manera en que las personas se conectan a través del poder de la IA y el video. Este interés por el desarrollo de nuevas plataformas tecnológicas refleja una visión optimista sobre el futuro de la interacción social mediada por la inteligencia artificial.
La evolución del panorama tecnológico, impulsada por figuras como Schmidt, pone de manifiesto la necesidad de un debate más amplio sobre la dirección de la inteligencia artificial y sus implicaciones. A medida que estas tecnologías avanzan, será crucial encontrar un equilibrio entre la innovación y la responsabilidad ética, un desafío que no solo afecta a los líderes del sector, sino a toda la sociedad.
