A pesar de ser esenciales para la producción alimentaria global, los fertilizantes contribuyen significativamente a las emisiones de gases de efecto invernadero. La guerra en Ucrania ha provocado interrupciones en las cadenas de suministro y un aumento de precios, lo que plantea un desafío considerable para la seguridad alimentaria, especialmente en el Sur Global. En este contexto, un reciente estudio del Instituto de Investigación para la Sostenibilidad (RIFS) del Centro Helmholtz de Geociencias de Potsdam examina cómo la producción de fertilizantes puede volverse más sostenible y resiliente ante crisis geopolíticas.
Según el autor principal del estudio, Rainer Quitzow, la invasión rusa de Ucrania en 2022 provocó un aumento en los precios de los fertilizantes y la disrupción de las cadenas de suministro, amenazando la seguridad alimentaria de muchas naciones en desarrollo. La clave para abordar estos problemas radica en el hidrógeno verde, que podría permitir la descarbonización de la producción de fertilizantes y la independencia de las exportaciones rusas.
Influencia creciente de China y desafíos geopolíticos
Los investigadores señalan tres factores clave que influyen en el mercado de fertilizantes. Primero, la estructura de suministro ha cambiado drásticamente, con China emergiendo como el mayor productor mundial de fertilizantes nitrogenados y fosfatados y controlando una parte significativa de la minería de roca fosfórica. El gobierno chino utiliza medidas políticas para regular el suministro y los precios, asegurando así la disponibilidad interna de fertilizantes.
En segundo lugar, la competencia geopolítica se ha intensificado a raíz de la guerra en Ucrania y el creciente problema de la inseguridad alimentaria en el Sur Global. La interrupción de las rutas de exportación a través del Mar Negro ha resultado en aumentos bruscos de precios, creando una situación de incertidumbre que afecta especialmente a países de América Latina y África, que dependen de las importaciones de fertilizantes. La Unión Europea también se enfrenta a nuevos desafíos para asegurar la producción de fertilizantes.
Finalmente, la necesidad de descarbonización se presenta como un tercer motor de cambio en el sector. La producción de fertilizantes nitrogenados sintéticos depende del amoníaco, que se produce de manera intensiva en energía. A menos que se utilice hidrógeno verde proveniente de fuentes de energía renovables, este proceso requiere grandes cantidades de recursos a base de combustibles fósiles. Actualmente, los costos de producción de amoníaco verde son más del doble que los de los métodos convencionales, lo que resalta la necesidad de conceptos que financien esta transición.
Además de las soluciones tecnológicas, se requiere reducir el uso de fertilizantes sintéticos. «Es necesario promover prácticas de gestión sostenible de fertilizantes para abordar los desafíos del cambio climático y las alteraciones de los flujos bioquímicos en el sistema terrestre», afirma Quitzow. La recuperación de nutrientes de productos agrícolas residuales podría contribuir a disminuir la dependencia de las importaciones de fertilizantes.
La transformación del sector de los fertilizantes ya está en marcha. Estados Unidos ha lanzado un «Desafío Global de Fertilizantes», al que se ha unido la Unión Europea, mientras que Brasil ha implementado una estrategia nacional de fertilizantes. Por su parte, Rusia busca fortalecer su influencia en África mediante la donación de fertilizantes.
Estos desarrollos, según los investigadores, tienen implicaciones más allá del sector de los fertilizantes. Resaltan preguntas fundamentales sobre cómo se están reconfigurando las cadenas de suministro de mercancías ante nuevas realidades geopolíticas. Los acontecimientos posteriores a la invasión rusa de Ucrania han subrayado la relevancia política del sector de los fertilizantes, que se encuentra entrelazado con la seguridad alimentaria, el cambio climático, la energía y la seguridad ambiental.