Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Duke ha arrojado luz sobre los retos que enfrentan los machos alfa de los babuinos en su entorno natural, específicamente en la cuenca de Amboseli, en el sur de Kenia. Aunque comúnmente se asocia a los machos alfa con poder y éxito en la reproducción, la realidad es que este estatus conlleva un alto costo en términos de estrés y salud.
El estudio, publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, revela que los machos alfa, a pesar de ser los dominantes en su grupo, experimentan niveles de glucocorticoides, hormonas asociadas a la respuesta de lucha o huida, significativamente más altos que sus pares de menor rango. Este hallazgo sugiere que el estatus social elevado no es sinónimo de una vida sin preocupaciones, como podría pensarse.
El precio del liderazgo en babuinos
La investigación liderada por la profesora Susan Alberts y sus colegas indica que la fuente principal del estrés en estos machos no proviene de las peleas con otros machos, sino de la atención constante que deben prestar a sus parejas durante los períodos fértiles. Los machos alfa son responsables de monopolizar el acceso a las hembras, lo que implica un seguimiento exhaustivo y un esfuerzo considerable para evitar que otros machos se interpongan en su camino. Esta dedicación a la reproducción se traduce en una mayor fragmentación de su tiempo y atención, dificultando la búsqueda de alimento y aumentando su carga de estrés.
A través de 14 años de registros de comportamiento de 204 machos babuinos, los investigadores encontraron que los niveles de glucocorticoides eran un 6% más altos en los machos alfa. Además, se observó que estos machos también presentaban niveles reducidos de una hormona tiroidea llamada T3, lo que indica que están quemando más calorías de las que ingieren. Esta combinación de factores puede tener efectos perjudiciales a largo plazo en su salud, contribuyendo a un envejecimiento acelerado y una menor esperanza de vida en comparación con los babuinos de menor rango social.
El estudio resalta que el costo energético de ser un macho alfa no se debe a su comportamiento agresivo, como se podría suponer, sino a la energía dedicada a mantener su posición social y a la vigilancia sobre sus compañeras. Por tanto, la vida en la cima, lejos de ser idílica, puede resultar agotadora y perjudicial para su bienestar físico y mental.
Este análisis de la vida social de los babuinos puede ofrecer paralelismos intrigantes con las estructuras sociales humanas. Aunque la jerarquía humana es más compleja y se desarrolla en múltiples contextos, las implicaciones sobre el estrés asociado al liderazgo son relevantes y podrían ofrecer lecciones sobre cómo manejamos nuestras propias dinámicas sociales y profesionales.