Un pequeño asteroide cercano a la Tierra, conocido como 2024 PT5, ha captado la atención de la comunidad científica tras ser descubierto el año pasado. Este asteroide, que mide aproximadamente 10 metros de ancho, no representa un peligro para nuestro planeta, pero su órbita se asemeja a la de la Tierra, lo que sugiere que puede tener un origen cercano. Recientemente, un estudio publicado en la revista Astrophysical Journal Letters ha aportado nuevas pruebas que indican que este asteroide podría estar compuesto de rocas desprendidas de la superficie lunar, lanzadas al espacio tras un gran impacto.
El astrónomo Teddy Kareta, del Observatorio Lowell en Arizona y líder de la investigación, afirmó: «Teníamos una idea general de que este asteroide podría provenir de la luna, pero la prueba definitiva fue cuando descubrimos que era rico en minerales silicatados, que no se encuentran en asteroides, sino en muestras de roca lunar». Además, Kareta señaló que «parece que no ha estado en el espacio durante mucho tiempo, quizás solo unos pocos miles de años, debido a la falta de desgaste espacial que habría provocado que su espectro se tornara rojizo».
El asteroide 2024 PT5 fue detectado por primera vez el 7 de agosto de 2024, gracias al telescopio de Sutherland, en Sudáfrica, del Sistema de Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides de la Universidad de Hawái (ATLAS). Posteriormente, el equipo de Kareta utilizó observaciones del Telescopio de Descubrimiento Lowell y del Instalación de Telescopios Infrarrojos de la NASA en el Observatorio Mauna Kea, también en Hawái, para demostrar que el espectro de luz reflejada desde la superficie del objeto no coincidía con el de ningún tipo de asteroide conocido; más bien, se asemejaba a las rocas de la luna.
Estudios sobre asteroides lunares
La identificación de 2024 PT5 duplica el número de asteroides considerados de origen lunar. En 2016, se descubrió el asteroide 469219 Kamo’oalewa, que también presenta una órbita similar a la de la Tierra, sugiriendo que podría haber sido eyectado de la superficie lunar. A medida que los telescopios se vuelven más sensibles a asteroides más pequeños, se espera que se descubran más de estos «trozos de luna», lo que abrirá oportunidades emocionantes tanto para los científicos que estudian esta rara población de asteroides como para aquellos que investigan la luna.
Si se puede vincular un asteroide lunar a un cráter específico en la luna, su estudio podría ofrecer información valiosa sobre los procesos de cráteres en la superficie lunar. Asimismo, el material que proviene de las profundidades de la luna podría ser accesible para futuros estudios científicos a través de asteroides que pasan cerca de la Tierra. Kareta concluyó: «Esta es una historia sobre la luna contada por científicos de asteroides. Es una situación rara en la que hemos salido a estudiar un asteroide, pero luego hemos explorado nuevas preguntas en relación con 2024 PT5».