La industria del langostino en Maine, que sostiene miles de empleos en el estado, está siendo objeto de un exhaustivo monitoreo. Los esfuerzos de gestión se fundamentan en encuestas biológicas que observan los cambios en la abundancia y distribución de la población de langostas, así como en los informes de los comerciantes y pescadores de la industria. Sin embargo, estas estadísticas no reflejan por completo la realidad de un sector sacudido por interrupciones en el suministro, cambios en el mercado y conflictos geopolíticos, ni el bienestar de las personas y comunidades que dependen de él.
Desde que las capturas comerciales anuales de langosta cayeron un 27% entre 2016 y 2022, la Asociación de Langosteros de Maine ha buscado nuevas formas de monitorear la resiliencia socioeconómica de la industria y posicionar mejor a sus líderes para responder a los cambios sociales, económicos, ambientales y regulatorios.
Tras dos años de recolección de datos, análisis cuantitativos y cualitativos, reuniones y entrevistas con pescadores y otros interesados, un equipo de investigadores liderado por la Universidad de Maine ha desarrollado nuevos indicadores para monitorear de manera integral la resiliencia del sector. Estos métricas tienen el potencial de ofrecer una mayor comprensión sobre el bienestar de los pescadores y sus familias, transportistas, procesadores, restauradores, otros negocios y las comunidades en las que residen.
Nuevos indicadores para una industria en crisis
El estudio, publicado en la revista Marine Policy, destaca que los gestores pesqueros han carecido de datos que les permitan considerar los impactos sociales y económicos de las regulaciones en la industria del langostino en Maine. Según Patrice McCarron, directora ejecutiva de la Asociación de Langosteros de Maine, «este estudio proporciona un conjunto de indicadores para llenar esa brecha, de modo que las futuras regulaciones puedan abordar la sostenibilidad del recurso, de los pescadores y de las comunidades costeras de Maine».
Los investigadores identificaron ocho indicadores socioeconómicos: accesibilidad costera, condiciones operativas, inversiones empresariales, composición comunitaria, salud financiera, asunción de riesgos, gasto personal, y salud física y mental. Por ejemplo, la accesibilidad costera se refiere a la disponibilidad y asequibilidad de viviendas frente al mar, mientras que las condiciones operativas reflejan los gastos empresariales y otros costos asociados.
Cada indicador se respalda con datos secundarios de agencias estatales y federales, así como con información disponible públicamente de ciertos negocios y organizaciones. Por ejemplo, el indicador de condiciones operativas utiliza datos de desembarcos, viajes, tripulación y equipos del Departamento de Recursos Marinos de Maine, mientras que la accesibilidad costera se apoya en datos de inventario, precios y demografía de la Autoridad de Vivienda de Maine, Realtor.com y Airbnb.com.
En el análisis de la accesibilidad costera, se halló que la vivienda frente al mar es inasequible para los hogares con ingresos medianos. Esta situación, junto con un aumento en los alquileres a corto plazo, confirma que la accesibilidad costera ha disminuido en todo el estado desde 2016. «Las caídas en la asequibilidad de la vivienda costera pueden significar que los pescadores deben viajar más lejos hacia el mar, además de ser un obstáculo para quienes buscan trabajo estacional en los barcos de langosta», comentó Theresa Burnham, investigadora asociada de la Escuela de Ciencias Marinas de UMaine.
Los investigadores también encontraron diferencias regionales en la industria del langostino. Las condiciones operativas, que sirven como un indicador de costos y ganancias para los pescadores, aumentaron en el este de Maine—en los condados de Washington y Hancock—mientras que disminuyeron en el sur de Maine—en los condados de York y Cumberland, así como en la costa media. Las entrevistas y datos indicaron también que las comunidades del sur de Maine dependen menos de la industria del langostino para su bienestar socioeconómico.
El desarrollo de estos indicadores establece las bases para un mejor monitoreo de la industria del langostino en el estado, aunque los investigadores buscan más datos para optimizar su utilidad. Si bien los indicadores de accesibilidad costera y condiciones operativas son ricos en datos, los indicadores de gasto personal y salud física y mental son considerados escasos en información pública, variada y gratuita.
El intercambio adicional de datos con empresas privadas y agencias gubernamentales mejorará la utilidad de varios indicadores socioeconómicos y ampliará la comprensión sobre el bienestar de la industria y las comunidades que apoya. La investigación futura también podría revelar formas adicionales de utilizar estos indicadores, incluso como modelo para monitorear otras pesquerías, como las de almejas y bacalao.
Este trabajo de investigación proporcionará datos valiosos para ayudar a investigadores y reguladores a comprender la conexión entre el estado biológico del recurso y el bienestar socioeconómico de la industria y las comunidades a las que sirve. El estudio fue coautorado por Kathleen Reardon, bióloga senior de langostas en el Departamento de Recursos Marinos de Maine, así como por otros académicos de la Universidad de Maine y Dartmouth College.