Descubrimiento de Anillos de Cometas en Sistemas Estelares Extranjeros
Recientemente, se han descubierto anillos de cometas en 74 sistemas estelares distintos, lo que revela no solo la existencia de billones de exocometas helados, sino también la fuente de la mayor parte del agua en estos sistemas. Este hallazgo, conocido como «cinturones de planetesimales», se realizó mediante observaciones conjuntas del Atacama Large Millimeter Array (ALMA) en Chile y el Submillimeter Array (SMA) en Mauna Kea, Hawái. Debido a que estos cinturones se encuentran muy alejados de sus estrellas centrales, las temperaturas en estos anillos oscilan entre -250 y -150 grados Celsius, lo que les hace emitir principalmente luz en longitudes de onda largas. Esta característica justificó la utilización de ALMA y SMA, que son capaces de detectar radiación en el rango de milímetros, muy por encima de las longitudes de onda del luz visible y luz infrarroja utilizadas por otros telescopios, como el James Webb Space Telescope.
Los datos obtenidos por ALMA y SMA provienen de innumerables pequeñas «piedras» de solo unos milímetros de tamaño, que se han desprendido de cuerpos cometarios más grandes a lo largo de escalas de tiempo cósmicas. Los astrónomos consideran que este tipo de cinturones son relativamente comunes entre los exoplanetas. Según Luca Matrà, investigador de la Universidad de Dublín, «los exocometas son bloques de roca y hielo de al menos un kilómetro de tamaño que colisionan dentro de estos cinturones, produciendo los guijarros que observamos». Se estima que al menos el 20% de los sistemas planetarios albergan estos cinturones de exocometas.
Los 74 cinturones de planetesimales se encuentran en un radio de 500 años luz de nuestro sistema solar y presentan una variedad de edades, desde algunos que apenas se han formado hasta otros que tienen miles de millones de años. Se localizan a distancias que varían entre decenas y cientos de unidades astronómicas de su estrella. Algunos de estos cinturones tienen formas inclinadas o alargadas, sugiriendo que la gravedad de planetas no observables podría estar influyéndolos. Si bien presentan características diversas, los investigadores han identificado patrones comunes, como una disminución en la cantidad de guijarros a medida que los sistemas planetarios envejecen, un fenómeno que se acentúa si el cinturón está más cerca de su estrella.