Las actividades científicas y comerciales en la Luna podrían transformar de manera irreversible su entorno. Estas acciones incluyen el envío de vehículos, la extracción de recursos mediante minería en la superficie lunar, la construcción de instalaciones y la obtención de agua de áreas donde la luz solar nunca llega.
En este contexto, la organización World Monuments Fund (WMF), con sede en Nueva York, busca proteger la Luna al incluirla en su lista de monumentos dignos de conservación. Esta entidad sin ánimo de lucro se dedica a salvaguardar el patrimonio mundial y ha protegido más de 700 sitios en 112 países, incluyendo muchos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La WMF destaca casi 100 sitios en la Luna que llevan huellas de la historia de la exploración espacial humana, entre ellos Tranquility Base, el lugar de aterrizaje del Apollo 11, donde se conserva la famosa huella de Neil Armstrong. La creciente exploración lunar en esta década plantea serios riesgos para estos lugares, que podrían ser dañados, saqueados o destruidos. Más allá de su valor histórico, estos sitios representan la relación de la humanidad con el espacio, enraizada en las tensiones de la carrera espacial.
El dilema de la herencia lunar
Al considerar la inclusión de la Luna en la lista de monumentos, surgen cuestiones sobre qué aspectos de esta herencia son realmente dignos de ser recordados. Por ejemplo, los dos pelotas de golf y el retrato de un astronauta que se encuentran en la superficie lunar, ¿son realmente un patrimonio para la humanidad? Alternativamente, podrían ser considerados basura o un símbolo de descuido ambiental.
Desde la década de 1960, el elitismo percibido de la exploración espacial ha sido puesto en tela de juicio. El poema «Whitey on the Moon» de Gil Scott-Heron (1970) es un recordatorio conmovedor de que, para muchos afroamericanos, la priorización del programa Apollo en un contexto de protestas por los derechos civiles reflejaba desigualdades raciales. En la actualidad, la llegada de empresas comerciales al sector espacial ha intensificado las críticas sobre la colonización del espacio, señalando que las promesas de ocupar Marte y otros cuerpos celestes evocan viejas fantasías coloniales de adquisición de tierras y recursos.
En este escenario, cabe preguntar si incluir la Luna en la lista de la WMF podría fomentar un sentido de cuidado compartido o, por el contrario, reforzar la percepción de la exploración espacial como una actividad remota y elitista. No obstante, también existe la esperanza de que la alarma sobre el peligro que enfrenta el entorno lunar genere diálogos sobre los diversos valores, historias y relaciones que los humanos mantienen con la Luna.
A pesar de que la inclusión de sitios específicos se menciona, la adición de la Luna a la lista de monumentos de la WMF se aplica al cuerpo celeste en su totalidad. Esto puede ampliar el interés hacia sitios que no han sido visitados por humanos, pero que poseen características científicas o medioambientales únicas, como las regiones permanentemente sombreadas que contienen hielo.
La expansión de la comprensión del patrimonio para incluir tanto sitios culturales como naturales sugiere que el paisaje lunar no solo merece ser preservado por la presencia humana, sino también por su valor intrínseco. Las llamadas a la protección ambiental y la conservación, conocidas como exogeoconservación, han sido emitidas por diversas comunidades. Líderes indígenas, por ejemplo, han protestado contra la esparcimiento de cenizas humanas en la Luna desde 1998, argumentando que tales actos atentan contra sus valores y creencias.
La iniciativa de la WMF añade presión a organizaciones multilaterales para definir lo que constituye daño en la exploración espacial y cómo se puede proteger tanto el patrimonio natural como el cultural en este entorno. Si bien es un paso positivo, se requiere un debate más amplio sobre qué intereses y valores deben ser priorizados, lo que informará las propuestas para una gobernanza efectiva del patrimonio en la Luna, un lugar que es patrimonio de todos y propiedad de nadie.
