La reciente decisión de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) de revocar la norma contable que obligaba a los bancos a clasificar las criptomonedas, como el bitcoin, como pasivos en sus balances, marca un cambio significativo en la regulación de los activos digitales en el país. Esta medida, conocida como Staff Accounting Bulletin 121 (SAB 121), había sido implementada en 2022 y había generado importantes barreras para la participación de las entidades financieras de Wall Street en los mercados de criptomonedas.
La derogación de esta norma ha sido interpretada como un paso hacia la facilitación del acceso de los bancos a las criptomonedas, alineándose con una tendencia más amplia que busca promover la innovación y el desarrollo en el sector financiero. Es importante recordar que esta decisión se produce en un contexto en el que el apoyo bipartisan en el Congreso había intentado previamente eliminar la SAB 121, aunque el entonces presidente Joe Biden había vetado la legislación propuesta.
Un cambio en la regulación que favorece a las criptomonedas
Con la revocación de la SAB 121, se espera que las instituciones financieras puedan ampliar sus ofertas en el ámbito de las criptomonedas, más allá de las operaciones con derivados y fondos cotizados en bolsa (ETFs). La SEC ha anunciado que la comisionada Hester Peirce liderará un nuevo equipo de trabajo destinado a desarrollar un marco regulatorio más claro y comprensivo para los activos digitales, lo cual ha sido bien recibido por los líderes de la industria.
Gary Gensler, antiguo presidente de la SEC y defensor de la SAB 121, dejó su cargo recientemente, lo que ha abierto la puerta a un enfoque más flexible hacia la regulación de las criptomonedas. Esta situación ha suscitado el interés de los líderes de bancos importantes, como Goldman Sachs y Morgan Stanley, quienes han expresado su disposición a reconsiderar su posición sobre la propiedad de bitcoin en función de los cambios regulatorios.
La evolución de la normativa en torno a las criptomonedas en Estados Unidos refleja un reconocimiento de la importancia de estos activos en la economía global. A medida que más países analizan y adaptan sus políticas hacia las criptomonedas, es relevante observar cómo estos movimientos pueden influir en la adopción y el desarrollo de nuevas tecnologías financieras a nivel internacional, en un contexto donde la innovación y la soberanía económica son cada vez más valoradas.
