Recientemente, el Wall Street Journal, uno de los periódicos más influyentes y conservadores de Estados Unidos, publicó dos artículos que han suscitado un notable interés. Uno de ellos, titulado “MAGA está recuperando la cultura”, sugiere que el regreso de Donald Trump a la presidencia podría implicar un cambio significativo en la cultura estadounidense. Durante su primer mandato, Trump enfrentó una fuerte oposición en el ámbito público, pero en esta ocasión, las tendencias culturales parecen alinearse con el trumpismo. Según una encuesta de Gallup de junio de 2023, el 38% de los estadounidenses se identifican como socialmente conservadores, la cifra más alta desde 2012.
Este cambio cultural se manifiesta en diversos aspectos de la vida cotidiana. Por ejemplo, se ha observado a jugadores de fútbol americano realizando el característico baile de Trump como celebración, Disney ha eliminado tramas relacionadas con temas de género en sus producciones, y las gorras MAGA han comenzado a aparecer en campus universitarios de élite. Este fenómeno, que podría ser interpretado como un resurgimiento de la hegemonía ideológica de los reaccionarios, plantea preguntas sobre el futuro de la cultura estadounidense.
La excepcionalidad americana y su impacto global
El segundo artículo, escrito por el académico Walter Russell Mead, argumenta que la excepcionalidad americana está de vuelta, sugiriendo que el populismo de derecha y el capitalismo tecnológico pueden formar una coalición duradera. Mead sostiene que esta combinación podría reconciliar las tensiones inherentes entre las masas enojadas del populismo y los magnates tecnológicos que apoyan a Trump. Sin embargo, su análisis parece omitir el papel que esta renovada América podría desempeñar en el orden internacional. La pregunta que surge es si Estados Unidos seguirá buscando una primacía global que ya no es aceptada por muchas naciones del mundo.
La creciente inclinación hacia el conservadurismo social en Estados Unidos no solo afecta la política interna, sino que también tiene implicaciones en la política internacional. Este fenómeno no es exclusivo de América; se observa un cambio similar en diversas partes del mundo, desde India hasta Rusia. Este cambio se caracteriza por un rechazo de las normas progresistas y una reafirmación de los valores tradicionales, lo que podría llevar a una política exterior menos beligerante en comparación con la era progresista anterior.
En este contexto, es relevante considerar cómo las ideologías en conflicto, como el liberalismo progresista y el conservadurismo social, están moldeando el panorama político global. A medida que estas ideologías chocan, se generan tensiones que pueden resultar en cambios significativos en la política internacional. La posibilidad de que una América más conservadora sea menos agresiva en el ámbito global es una hipótesis que merece ser explorada, especialmente en un mundo que busca estabilidad en medio de la incertidumbre.
El análisis de estos cambios en la cultura y la política estadounidense revela que el país podría estar en un punto de inflexión. La convergencia de actitudes y valores que trascienden la política podría proporcionar un elemento de estabilidad en un entorno global cada vez más volátil. En este sentido, el futuro de la política estadounidense y su papel en el mundo dependerán de cómo se desarrollen estas dinámicas culturales y sociales en los próximos años.