Lukashenko busca perpetuarse en el poder en unas elecciones marcadas por la ausencia de oposición en Bielorrusia

In Internacional
enero 25, 2025

El próximo domingo, Bielorrusia celebrará su séptima elección presidencial desde la independencia del país. El actual presidente, Alexander Lukashenko, quien ha estado en el poder desde 1994, se postula nuevamente, reafirmando su dominio en el sistema político bielorruso. A pesar de que la temporada electoral ha sido relativamente tranquila en comparación con las masivas protestas de 2020, el evento ha captado la atención tanto a nivel nacional como internacional. La atención se centra en la escasa presencia de la oposición prooccidental, las implicaciones geopolíticas y la evolución de las políticas de Lukashenko.

Candidatos en la contienda

La Comisión Electoral Central de Bielorrusia ha registrado cinco candidatos, incluido Lukashenko, quien había insinuado anteriormente que podría dar un paso al lado tras su actual mandato. Sin embargo, su decisión de presentarse nuevamente subraya su control sobre el sistema político del país.

Durante su campaña, Lukashenko afirmó: “No me aferro al poder. Haré todo lo posible para transmitirlo de manera tranquila y pacífica a una nueva generación. Espero vivir bajo un nuevo gobierno”. Su plataforma se centra en prioridades clave, como:

  • Asegurar la estabilidad geopolítica ante amenazas externas y el conflicto en Ucrania;
  • Combatir la corrupción;
  • Desarrollar las fuerzas armadas bielorrusas;
  • Construir una nueva planta de energía nuclear;
  • Profundizar las asociaciones con Rusia y China;
  • Buscar relaciones normalizadas con los países vecinos y Occidente.

Los otros candidatos se alinean en gran medida con las políticas de Lukashenko, presentando solo diferencias sutiles en sus plataformas. Anna Kanopatskaya, una ex figura de la oposición y miembro de la Cámara de Representantes, ofrece la alternativa más notable, enfocándose en reconstruir relaciones con Occidente y facilitar el regreso de bielorrusos exiliados. Sin embargo, su influencia es limitada; en la elección anterior, consiguió solo el 1,67% de los votos.

Oleg Gaidukevich, líder del Partido Liberal Democrático de Bielorrusia, ha respaldado firmemente a Lukashenko en el pasado. Su plataforma prioriza el fortalecimiento de los lazos con Rusia y la simplificación de impuestos. Sergey Syryankov, del Partido Comunista de Bielorrusia, adopta una postura dura que incluye la nacionalización de bancos y el aumento de las capacidades de defensa.

Por su parte, Alexander Khizhnyak, líder del Partido Republicano de Trabajo y Justicia, evita criticar o respaldar abiertamente a Lukashenko, presentando una plataforma vaga con promesas de inversión en la juventud y eficiencia en la gobernanza.

La oposición y la reacción internacional

La oposición prooccidental, que lideró las protestas masivas tras las controvertidas elecciones de 2020, tiene poca presencia en esta campaña. La mayoría de sus líderes se encuentran en el exilio, incluida Svetlana Tikhanovskaya, quien continúa refiriéndose a sí misma como la “presidenta electa” de Bielorrusia. Su estrategia se centra en socavar la legitimidad de las elecciones, instando a los bielorrusos a no votar y anunciando una iniciativa simbólica de “Pasaporte de Nueva Bielorrusia” para ciudadanos exiliados, aunque este documento carece de estatus oficial.

Las autoridades bielorrusas se preparan para cualquier posible disturbio, implementando medidas de seguridad que incluyen restricciones en la fotografía de las boletas y posibles cortes de internet. Lukashenko ha advertido que “la seguridad se mantendrá a cualquier costo”, dejando poco espacio para actividades de la oposición dentro de las fronteras bielorrusas.

La respuesta internacional a las elecciones ha sido en gran medida simbólica. Las naciones occidentales, particularmente Lituania y Estados Unidos, han criticado el proceso. El exsecretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, afirmó que “las elecciones no pueden considerarse creíbles en un entorno donde la censura es omnipresente y los medios independientes han desaparecido”.

En contraste, los aliados de Minsk han expresado su apoyo. Observadores de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y otras organizaciones han sido enviados para monitorear las elecciones, aunque su presencia es poco probable que influya en el resultado.

A medida que se acerca la elección, la estabilidad política en Bielorrusia parece más sólida que en 2020, cuando las protestas sacudieron el país. La aprobación de Lukashenko, según datos oficiales, supera el 80%, lo que hace poco probable una segunda vuelta. Una victoria consolidaría su presidencia hasta 2030, reforzando su posición como el líder más longevo de Europa.

La capacidad de Lukashenko para navegar por el complejo panorama geopolítico, profundizando lazos con Rusia y China mientras enfrenta la presión occidental, será crucial para determinar la posición de Bielorrusia en un mundo multipolar en evolución.

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