El primer ministro danés, Mette Frederiksen, ha tenido una conversación tensa y problemática con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la que se discutió la posibilidad de adquirir Groenlandia. Según fuentes citadas por el Financial Times, la charla, que duró 45 minutos, dejó a los funcionarios europeos preocupados y sorprendidos por la seriedad de la propuesta del mandatario estadounidense.
Durante la conversación, Trump mantuvo un tono confrontacional y firme, insistiendo en su interés por la isla, a pesar de que Frederiksen reiteró que Groenlandia no está en venta. Sin embargo, la primera ministra danesa se mostró abierta a discutir una cooperación militar más amplia entre Dinamarca y Estados Unidos. Un funcionario del Financial Times describió la conversación como «horrenda», mientras que otro la calificó de «una ducha fría», sugiriendo que las esperanzas de que las declaraciones de Trump fueran simplemente tácticas de negociación se han desvanecido.
Las implicaciones de la propuesta de Trump
La conversación incluyó amenazas de aranceles dirigidos contra Dinamarca, lo que ha dejado a la parte danesa «totalmente asustada». Groenlandia, que cuenta con una población de aproximadamente 60,000 personas y alberga una base militar estadounidense, es un territorio autónomo dentro del Reino de Dinamarca y ha sido autogobernado desde 1979. Su ubicación estratégica en el Ártico es de gran importancia para la OTAN, ya que permite el control de las rutas de navegación cercanas.
La idea de que Estados Unidos adquiera Groenlandia no es nueva; Trump ya había planteado esta posibilidad en 2019 durante su primer mandato, pero la propuesta fue rechazada tanto por Dinamarca como por el gobierno de la isla. A pesar de ello, el presidente ha reavivado el interés en la isla, citando su relevancia para la seguridad nacional de EE.UU.
El primer ministro groenlandés, Mute Egede, ha dejado claro que, aunque la isla está dispuesta a cooperar con Washington, «no queremos ser estadounidenses. No queremos ser parte de EE.UU.» Esta declaración refleja el deseo de Groenlandia de mantener su autonomía y su identidad cultural, a pesar de las presiones externas.
