Los osos pardos, que habitan gran parte del hemisferio norte, desde las montañas de España hasta las praderas de Estados Unidos, son depredadores formidables. Con un peso que puede alcanzar los 751 kg y garras de 15 cm, estos animales son capaces de desmoronar huesos con su poderosa mordida. A pesar de ser carnívoros, su dieta es mayoritariamente omnívora, lo que significa que buscan muchos de los mismos alimentos que los humanos. Esto ha llevado a un aumento de los conflictos entre humanos y osos en áreas donde ambos coexisten.
Desde la década de 1970, los osos pardos, también conocidos como osos grizzly, están protegidos en Estados Unidos. Esta protección ha permitido que algunas poblaciones se recuperen y expandan su hábitat histórico, lo que a su vez ha resultado en un incremento de los encuentros entre osos y humanos en zonas como los parques nacionales de Yellowstone y Glacier. Aunque la presencia de estos majestuosos animales es considerada un éxito de conservación, también ha conllevado un aumento en los conflictos, lo que ha generado preocupación entre los residentes locales.
Hacia un manejo más efectivo
La gestión de la vida silvestre se enfrenta al desafío de mitigar estos conflictos. Wesley M. Sarmento, el primer gestor de osos en las praderas de Montana, ha implementado un programa de «hazing», que consiste en ahuyentar a los osos de áreas habitadas o donde puedan causar daños a la propiedad, especialmente a la ganadería. Sin embargo, esta estrategia ha generado opiniones divididas entre la población local, algunos de los cuales consideran que el hazing no es más que un traslado del problema a otras áreas.
Para probar la efectividad del hazing, Sarmento comenzó a recopilar datos y observó que el número de incidentes de hazing disminuía con el tiempo, lo que sugiere que los osos estaban aprendiendo a evitar las zonas habitadas. Esto se conoce como «condicionamiento aversivo», un enfoque que busca enseñar a los osos a asociar la presencia humana con experiencias negativas.
Inicialmente, Sarmento utilizó métodos tradicionales como perros adiestrados y disparos con munición no letal. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que los perros no estaban a la altura de las expectativas. Fue entonces cuando decidió incorporar drones a su arsenal de herramientas. Los drones, con su capacidad de maniobra y su equipamiento con cámaras térmicas, permitieron a Sarmento localizar y ahuyentar osos con mayor precisión y desde una distancia segura.
La utilización de drones ha demostrado ser significativamente más efectiva que los métodos tradicionales. Sarmento ha conseguido dispersar a los osos de manera más eficiente, incluso en la oscuridad, lo que ha facilitado la protección de las comunidades y la ganadería. Los resultados han sido alentadores, ya que no sólo se ha reducido la cantidad de incidentes, sino que los osos parecen estar aprendiendo a mantenerse alejados de las zonas habitadas.
Este enfoque innovador en la gestión de la vida silvestre no solo busca la coexistencia pacífica entre humanos y osos, sino que también refleja una evolución en las estrategias de conservación, adaptándose a las necesidades y preocupaciones de las comunidades locales. Sin duda, la experiencia de Sarmento con los drones puede ser un modelo a seguir en otras regiones donde la interacción entre humanos y fauna salvaje es inevitable.