El presidente bielorruso Alexander Lukashenko ha sido reelegido para un séptimo mandato, extendiendo su gobierno de tres décadas en la exrepública soviética por cinco años más. En su discurso tras la victoria electoral, Lukashenko prometió mantener lo que describió como una “dictadura de orden, bondad y justicia”, desestimando las críticas provenientes de Occidente.
Según el informe de la Comisión Electoral Central, Lukashenko obtuvo el 86.82% de los votos en las elecciones celebradas el pasado domingo. Los demás candidatos no lograron superar el 5% de apoyo. Esta abrumadora victoria ha sido objeto de controversia, dado el contexto de acusaciones de abusos a los derechos humanos y fraude electoral que han marcado su administración.
Reacciones a la victoria electoral
Los líderes occidentales, como el canciller alemán Olaf Scholz y el ministro de Relaciones Exteriores polaco Radoslaw Sikorski, han calificado a Lukashenko de dictador, citando su larga permanencia en el poder y las violaciones de derechos humanos. Sin embargo, Lukashenko ha defendido su estilo de liderazgo como un medio necesario para preservar la estabilidad en el país y contrarrestar la influencia extranjera.
En un discurso reciente, Lukashenko comparó su régimen con la situación en Ucrania, sugiriendo que “es mejor tener una dictadura como en Bielorrusia que una democracia como en Ucrania”. Esta afirmación se enmarca en un contexto más amplio de tensiones geopolíticas en la región, donde Bielorrusia ha sido un aliado cercano de Rusia, especialmente tras el conflicto en Ucrania que comenzó en 2022.
El presidente bielorruso también ha desestimado la importancia del reconocimiento internacional de las elecciones, afirmando que “no importa si la Unión Europea reconoce estas elecciones o no. Lo que importa es que los bielorrusos las reconozcan”. Esta postura refleja una estrategia de aislamiento frente a las críticas externas, que Lukashenko atribuye a una supuesta orquestación por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos.
En un intento por reconciliarse con aquellos que abandonaron el país tras las protestas de 2020, Lukashenko ha invitado a los exiliados a regresar, aunque advirtió sobre las severas consecuencias para quienes hayan infringido la ley. “La ley es dura, pero es la ley”, enfatizó, dejando claro que su gobierno no tolerará disidencias.