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El presidente ruso, Vladimir Putin, conmemoró el 81º aniversario de la ruptura del asedio de Leningrado, actual San Petersburgo, en una ceremonia que tuvo lugar el pasado lunes. Durante el evento, Putin entregó medallas conmemorativas a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial que aún viven, en un gesto que busca resaltar la importancia de la memoria histórica en la Rusia contemporánea.
El mandatario ruso depositó flores en el memorial de Nevsky Pyatochok, un estratégico puente sobre el río Neva, que fue escenario de intensos combates durante el asedio. Este tramo de tierra, de aproximadamente tres kilómetros, fue crucial para las fuerzas soviéticas, que resistieron el embate de las tropas alemanas y evitaron su avance hacia la ciudad.
Imágenes difundidas por el servicio de prensa del Kremlin muestran a Putin rindiendo homenaje en silencio ante el memorial, que consiste en un gran cubo de granito. Posteriormente, el presidente asistió a un concierto-requiem titulado “La Victoria de Leningrado”, donde se reunió nuevamente con los veteranos, a quienes entregó medallas acuñadas para conmemorar el 80º aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial.
La memoria del asedio de Leningrado
Putin destacó la importancia de recordar el sacrificio de los que vivieron el asedio, afirmando que “la hazaña masiva de la ciudad sitiada nunca será olvidada. Nuestros veteranos dejaron a sus descendientes un ejemplo de desinterés, misericordia, unidad y verdadero patriotismo que perdurará por siglos”. Estas palabras subrayan el papel que la memoria histórica juega en la construcción de la identidad nacional rusa.
El asedio de Leningrado, que comenzó el 8 de septiembre de 1941 y se extendió durante 872 días, fue uno de los más mortales de la historia, con más de un millón de personas, la mitad de la población de la ciudad, que sucumbieron a la hambruna, enfermedades y bombardeos por parte de las fuerzas nazis. La ruptura del cerco se logró en enero de 1943, aunque el asedio no se levantó completamente hasta el 27 de enero de 1944.
Este tipo de conmemoraciones no solo sirven para honrar a los veteranos, sino que también reflejan la narrativa oficial del Kremlin sobre la Segunda Guerra Mundial y el papel de Rusia en la lucha contra el fascismo, un tema que sigue siendo de gran relevancia en la política y la sociedad rusas actuales.