Las sanciones impuestas por la comunidad internacional a Siria han estado vigentes desde la década de 1970, pero este lunes la Unión Europea (UE) ha dado un paso significativo hacia el levantamiento de estas restricciones. Este cambio se produce tras la caída del régimen de Bashar al Asad en diciembre del año pasado, un hecho que ha sorprendido a muchos analistas y que ha abierto un nuevo capítulo en la historia del país árabe.
La situación en Siria ha sido crítica desde el inicio de la guerra civil en 2011, cuando el régimen de Damasco intensificó su represión contra la población civil, utilizando incluso armas químicas en varias ocasiones. Las sanciones, que inicialmente se dirigieron contra Bashar al Asad y su círculo cercano, se ampliaron con el tiempo para incluir a empresarios y altos funcionarios del gobierno, lo que ha llevado a Siria a un aislamiento económico casi total.
Un contexto de sanciones prolongadas
Las primeras sanciones contra Siria fueron impuestas por Estados Unidos en 1979, en un contexto de Guerra Fría y alineaciones políticas que llevaron a Damasco a acercarse a la Unión Soviética. Sin embargo, las sanciones más severas llegaron tras el estallido de la guerra civil, cuando el régimen de Asad se vio acusado de violaciones sistemáticas de los derechos humanos.
Durante más de una década, Siria ha estado sometida a un régimen de sanciones que ha afectado gravemente su economía. La población ha sufrido un aumento desmesurado en el costo de la vida, con precios que superan con creces los de países vecinos más prósperos. Por ejemplo, un iPhone en Alepo puede costar tres veces más que en España, lo que ilustra la gravedad de la crisis económica que atraviesa el país.
Las nuevas autoridades sirias, lideradas por Hayat Tahrir al Sham (HTS), han manifestado su deseo de que el levantamiento de las sanciones permita la llegada de inversiones extranjeras, esenciales para la reconstrucción de un país devastado por años de conflicto. El ministro de Exteriores sirio, Asaad Hasán al Shaibani, ha declarado que las sanciones, que en su momento se impusieron con la intención de ayudar al pueblo sirio, ahora están perjudicando a la población.
Desde Bruselas, el ministro de Exteriores francés, Jean Noël Barrot, ha anunciado que el levantamiento de las sanciones comenzará con los sectores de transporte y finanzas, considerados cruciales para la estabilización del país. Sin embargo, esta decisión no es definitiva y dependerá de los avances que se logren en Siria.
Por otro lado, Estados Unidos mantiene aún sanciones contra Damasco, lo que complica el panorama. El nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, no se ha pronunciado sobre el futuro de estas restricciones, lo que deja en el aire el impacto que tendrá la política estadounidense en el proceso de reconstrucción de Siria.
La situación en Siria es un recordatorio de las complejidades que rodean las sanciones internacionales y su impacto en la población civil. A medida que el país intenta reconstruirse, el camino hacia la estabilidad y la paz sigue siendo incierto, y dependerá de la voluntad de la comunidad internacional de apoyar a un país que ha sufrido tanto en las últimas décadas.