Naciones Unidas ha reportado que alrededor de 700 personas han muerto y 2.800 han resultado heridas en tan solo cinco días debido a los enfrentamientos entre el grupo rebelde congoleño Movimiento 23 de Marzo (M23), respaldado por Ruanda, y las fuerzas gubernamentales en el este de la República Democrática del Congo. Stéphane Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, ha indicado que «es previsible que aumente este número cuando haya más información disponible», refiriéndose al balance realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre el 26 y el 30 de enero.
El jefe de las operaciones de paz de Naciones Unidas, Jean-Pierre Lacroix, ha señalado que las fuerzas del M23, tras tomar la ciudad de Goma, se encuentran a unos 60 kilómetros al norte de Bukavu, la capital de la provincia de Kivu Sur. «Nos preocupa no solo el este de la República Democrática del Congo, sino que esto tiene el potencial de desencadenar un conflicto regional más amplio», ha advertido en rueda de prensa, añadiendo que las fuerzas del M23 están cerca de tomar el aeropuerto de Kavumu.
Situación humanitaria crítica
Lacroix ha confirmado que la ONU tiene personal en la ciudad de Bukavu, y que «nuestros colegas están trabajando actualmente para garantizar que estén a salvo en el contexto de lo que está sucediendo en Kivu del Sur». En este sentido, ha subrayado la «suma importancia» de concentrar «todos los esfuerzos diplomáticos» para lograr el cese de las hostilidades en la región.
Desde la misión de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) han destacado que la creciente tensión e inestabilidad han provocado un gran volumen de desplazamientos internos. Un «número significativo» de personas se ha visto obligada a buscar refugio en bases de la MONUSCO, que se encuentran «bajo una presión significativa» para proporcionar raciones de agua, saneamiento y otros tipos de apoyo a quienes se encuentran dentro. «La prioridad de la misión sigue siendo la protección de su personal, sus bienes y, por supuesto, de los numerosos civiles que se refugian en sus instalaciones, tanto civiles como combatientes desarmados», ha explicado la misión en un comunicado.
Con el objetivo de abordar esta crisis, la misión de la ONU ha afirmado que está «intensificando el compromiso político» con las autoridades locales para trabajar conjuntamente en cuestiones humanitarias, de seguridad, derechos humanos y comunicaciones, así como para determinar «el estatuto jurídico de los territorios bajo el control del M23 y el RDF».
Este aumento de la violencia se produce tras las amenazas del líder de la Alianza Río Congo, Corneille Nangaa, quien ha manifestado su intención de llegar a la capital del país, Kinshasa, en medio del repunte del conflicto con el Ejército congoleño, lo que ha encendido las alarmas sobre la situación humanitaria en la región.
