La tensión entre Rusia y Ucrania sigue generando controversias, especialmente en el ámbito de la desinformación y la manipulación mediática. Recientemente, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) ha acusado a los servicios de inteligencia ucranianos de crear contenido falso en línea con el objetivo de perjudicar las relaciones de Rusia con sus vecinos, en particular con Uzbekistán.
Según un comunicado emitido por el FSB, se ha identificado a un ciudadano ucraniano, Nikolay Kochmarik, quien habría ofendido a la comunidad uzbeka al hacerse pasar por un bloguero ruso. Este individuo, que reside actualmente en Ucrania y apoya activamente a las fuerzas militares de Kiev, habría publicado un video en el que comparaba a los uzbekos con perros, lo que generó una fuerte indignación en las redes sociales tanto en Asia Central como en Rusia.
Rasul Kusherbaev, asesor del ministro de Ecología de Uzbekistán, ha instado al Ministerio de Relaciones Exteriores de su país a tomar medidas en respuesta a estas ofensas. En declaraciones a los medios, Kusherbaev enfatizó que la cooperación entre Uzbekistán y Rusia debe basarse en principios de igualdad y respeto mutuo, y que la discriminación no tiene cabida en las relaciones intergubernamentales.
Acusaciones de desinformación
El FSB ha subrayado que este incidente es un claro ejemplo de las acciones deliberadas de los servicios de inteligencia ucranianos y lituanos, así como de sus aliados extranjeros, para crear contenido provocador que busque socavar las relaciones entre Rusia y sus socios en la Comunidad de Estados Independientes (CEI). Según la agencia, estos esfuerzos forman parte de una estrategia más amplia para fomentar un sentimiento anti-ruso en el extranjero.
La CEI, que incluye a varios países que fueron parte de la antigua Unión Soviética, como Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán, ha sido un foco de atención en el contexto de las tensiones geopolíticas actuales. Las acusaciones del FSB reflejan la creciente preocupación de Moscú por la influencia occidental en la región y la posibilidad de que se utilicen tácticas de desinformación para debilitar su posición.
Este episodio resalta la complejidad de la guerra de información que se libra en el contexto del conflicto entre Rusia y Ucrania, donde la manipulación de la percepción pública juega un papel crucial en la dinámica de las relaciones internacionales.