El Lac du Der, un embalse situado al sur de Reims, en la región de Champagne, se ha convertido en un refugio invernal para decenas de miles de grullas que migran desde Escandinavia. Este fenómeno ha sido impulsado, en gran medida, por el cambio climático, que ha transformado las condiciones del entorno, permitiendo que estas aves encuentren un lugar propicio para pasar los meses más fríos del año.
Históricamente, el Lac du Der era solo un punto de paso para estas aves, pero el aumento de las temperaturas ha convertido sus islas en un hábitat ideal. Según Benoit Fontaine, ecólogo de la oficina francesa de biodiversidad, el embalse ha creado una “zona húmeda” en la ruta migratoria de las grullas, facilitando su alimentación en los campos cercanos.
Impacto en la agricultura local
A pesar del atractivo turístico que representan las grullas, su creciente presencia ha generado tensiones con los agricultores locales. Jean-Claude Laffrique, un agricultor de la localidad de Scrupt, denuncia que las grullas dañan sus cultivos al alimentarse de las semillas y al pisotear el trigo. Para mitigar este problema, Laffrique ha implementado diversas estrategias, como colocar coches viejos en sus campos y utilizar cañones de ruido, aunque confiesa que las aves se acostumbran rápidamente a estos métodos.
La situación ha llevado a los agricultores a solicitar compensaciones al gobierno regional, que han sido concedidas, pero la frustración persiste. La llegada masiva de grullas no solo afecta la producción agrícola, sino que también perturba la tranquilidad de los residentes cercanos, quienes se ven despertados por el estruendo que generan las aves al aterrizar.
La migración de estas aves no solo es un fenómeno natural, sino que también refleja los efectos del cambio climático en nuestros ecosistemas. Mientras que algunos celebran la llegada de estas grullas como un atractivo turístico, otros luchan por mantener la viabilidad de sus medios de vida en un entorno cada vez más cambiante.
