Los directivos de grandes corporaciones se enfrentan a un dilema común: ¿Cuál es la mejor manera de organizar a los empleados para fomentar la generación de ideas? Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Binghamton, en el estado de Nueva York, aporta respuestas sorprendentes a esta cuestión, desafiando algunas creencias arraigadas sobre la dinámica de grupo y la creatividad.
Investigación sobre la dinámica de grupos creativos
Desde hace casi dos décadas, la profesora Shelley D. Dionne y el profesor Hiroki Sayama han investigado cómo las dinámicas grupales complejas influyen en el rendimiento organizacional. En un artículo publicado en la revista npj Complexity, los académicos analizaron cómo diferentes configuraciones de grupos de personas abordan tareas creativas.
Entre 2018 y 2020, realizaron experimentos con 617 estudiantes de la Universidad de Binghamton, quienes colaboraron anónimamente en plataformas digitales similares a Twitter. Las tareas consistían en generar un eslogan publicitario para una nueva computadora portátil o escribir una historia ficticia. Los participantes, organizados en grupos de entre 20 y 25 personas, dedicaron aproximadamente 15 minutos diarios durante diez días a presentar ideas y comentar las propuestas de sus compañeros.
La investigación incluyó un análisis del lenguaje de ensayos de autointroducción para determinar si los estudiantes compartían antecedentes o puntos de vista similares. Algunos podían comunicarse con todo su grupo, mientras que otros solo podían interactuar con los «vecinos» en un organigrama en forma de anillo.
Los investigadores reclutaron candidatos a doctorado en marketing y gestión para evaluar la calidad de las ideas generadas. Las conclusiones de su estudio revelan que, contrariamente a lo que se podría esperar, conectar a todos los participantes en una red social donde todos podían ver las ideas de los demás limitaba la diversidad de ideas. A pesar de que una mayor interacción generaba satisfacción entre los participantes, aquellos que interactuaban con menos personas tendían a producir ideas de mayor calidad.
Además, reunir a personas de diversos orígenes resultaba en ideas más conservadoras, ya que cada miembro del grupo tendía a evaluar las propuestas desde su propia perspectiva, orientando la discusión hacia alternativas más «seguras». “Conectar a las personas de manera aleatoria resultó ser la estrategia más eficaz para generar ideas innovadoras”, afirmó Sayama, quien compara el proceso de generación de ideas con la evolución, donde las ideas son organismos que prosperan en un ecosistema biodiverso.
Sayama subrayó que aplicar este tipo de experimentos en un entorno de oficina tradicional presenta desafíos significativos. Sin embargo, los directivos pueden simplificar la cuestión preguntándose: ¿Cuál es el objetivo? Si el propósito es promover una «biodiversidad» de ideas, se requiere una estrategia diferente a la que busca preservar una única «especie» de idea.
Dionne destaca la relevancia del enfoque multidisciplinario en el estudio de los procesos creativos dentro de redes. «La relación entre la generación de ideas y los procesos evolutivos permitió al equipo de investigación utilizar un marco común para probar sus suposiciones», señaló.
A pesar de que la investigación se llevó a cabo antes y durante los primeros meses de la pandemia de COVID-19, los investigadores no pudieron analizar los datos hasta más tarde. «Teníamos los datos experimentales, pero no los recursos para analizarlos durante la pandemia», agregó Sayama.
El estudio, que incluye la participación de varios coautores, representa un avance significativo en la comprensión de cómo la estructura social y la conectividad afectan la creatividad colectiva. Los hallazgos abren nuevas direcciones para futuras investigaciones en este campo.