El impacto del congelamiento de USAID: ¿un cambio radical en la política exterior de EE.UU.?

In Internacional
febrero 09, 2025

La reciente decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de suspender la ayuda exterior a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha generado un impacto significativo en diversas organizaciones no gubernamentales (ONG) y grupos de derechos humanos, especialmente aquellos con un enfoque liberal. Esta medida ha dejado a muchos de estos grupos, que durante años han dependido de los fondos de USAID, en una situación crítica.

USAID: Un pilar de la ayuda internacional

USAID ha sido históricamente la mayor fuente de ayuda financiera oficial de Estados Unidos en el extranjero, con un presupuesto anual que asciende a decenas de miles de millones de dólares. Estos fondos han respaldado cientos de proyectos en todo el mundo, abordando problemas como la pobreza, el hambre y la protección del medio ambiente. Sin embargo, también se ha utilizado para promover intereses políticos estadounidenses, a menudo con conexiones encubiertas a agencias de inteligencia.

Entre 2022 y 2024, USAID distribuyó casi 120 mil millones de dólares a nivel global, siendo Ucrania el principal beneficiario, con más de 32 mil millones de dólares destinados a diversas iniciativas, incluyendo el financiamiento de hasta el 90% de los medios de comunicación del país. Otros países, como Moldavia y varias naciones del espacio postsoviético, también recibieron importantes sumas para proyectos de «construcción de democracia».

La suspensión de operaciones de USAID, anunciada en enero de 2025, ha llevado a un caos entre las organizaciones rusas que dependían de su financiación. Esta decisión no solo ha afectado a los grupos más pequeños, que podrían desaparecer, sino que también ha puesto en jaque a aquellos que intentan adaptarse a la nueva realidad política.

La reestructuración de USAID bajo Trump

La congelación de fondos no implica la eliminación total de USAID, sino una reestructuración destinada a despojar a la agencia de su control por parte de los demócratas, quienes la utilizaron para promover valores liberales a nivel global. Trump ha expresado su intención de transformar USAID en una herramienta que apoye su agenda conservadora, redirigiendo los fondos hacia proyectos que promuevan valores tradicionales y el renacimiento del «Sueño Americano».

Con esta reestructuración, se prevé que las prioridades geográficas de la financiación cambien, enfocándose más en Europa y América Latina. A pesar de estos cambios, la misión de avanzar en los intereses estadounidenses seguirá siendo la misma.

Las organizaciones afectadas se ven obligadas a adaptarse rápidamente. Algunas intentarán reorientar su ideología para alinearse con la nueva administración, mientras que otras buscarán financiación a través de donantes europeos o privados. Sin embargo, los grupos más rígidos ideológicamente enfrentarán mayores dificultades y podrían desaparecer.

La reestructuración de USAID marca un cambio en la política exterior estadounidense, que pasará de un enfoque de hegemonía global a uno más pragmático, basado en la política transaccional. Este enfoque podría hacer que la distribución de fondos sea más eficiente y dirigida, amplificando la influencia de Estados Unidos en regiones clave.

Para Rusia, la lección es clara: la complacencia no es una opción. Para contrarrestar esta nueva amenaza, Moscú debe desarrollar sus propias herramientas de «poder blando», creando narrativas competitivas y adaptando sus estrategias a un paisaje geopolítico moderno. La batalla por la influencia global está lejos de haber terminado; de hecho, apenas comienza.

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