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Las galerías de arte y los museos pueden resultar intimidantes y alienantes, incluso para los adultos. Desde la perspectiva de un niño, la experiencia puede ser aún más abrumadora. La presencia de guardias de seguridad en uniforme, las revisiones de bolsa, la prohibición de snacks y el ambiente de silencio imponen una atmósfera que desincentiva la curiosidad. No es de extrañar que muchos niños resistan la idea de una excursión a una galería.
En respuesta a esta barrera, un número creciente de galerías está replanteándose su enfoque, preguntándose qué se necesita para ser acogedor y atractivo para las nuevas generaciones. La presencia de los más jóvenes en estos espacios culturales es esencial; sus experiencias actuales moldean a los ciudadanos que serán en el futuro. La observación del arte contribuye al desarrollo de su identidad y creatividad, así como a una comprensión más matizada del mundo que les rodea.
Un cambio de perspectiva
El primer paso hacia un cambio significativo consiste en reconocer que los niños son ciudadanos culturales activos que pueden ofrecer perspectivas e ideas valiosas. A través de un diseño y programación reflexivos, las galerías pueden demostrar que la presencia de los más jóvenes es valorada. Crear un ambiente acogedor comienza en la entrada, donde un recibimiento cálido y menos intimidante puede cambiar la experiencia del visitante.
Ajustes simples, como revisiones de bolsa menos amenazantes, señalización clara y áreas designadas para carritos de bebé, pueden transformar la atmósfera. Sustituir a los guardias de seguridad por guías amigables y capacitar al personal de recepción para que interactúe con los visitantes jóvenes marca una diferencia significativa. La curiosidad puede ser estimulada desde el primer momento, exhibiendo obras escultóricas llamativas en la entrada que generen anticipación.
Además, las galerías deben tener en cuenta que los niños rara vez visitan solos; suelen estar acompañados por padres, hermanos, escuelas o grupos comunitarios. Por ello, es fundamental diseñar programas que consideren a todas las edades, permitiendo que padres e hijos compartan experiencias culturales. Actividades bien planificadas, exposiciones interactivas y eventos familiares promueven una conexión más profunda con el arte.
Las galerías de arte deben considerar también la creación de espacios dedicados a los niños, donde se fomente la participación activa y se estimulen los sentidos. Estas áreas pueden facilitar un encuentro más significativo con el arte, ayudando a los jóvenes a aprender sobre la diversidad y la creatividad de los artistas en un contexto atractivo.
Para los adolescentes, es vital encontrar un lugar en estas instituciones. Los programas diseñados específicamente para ellos, como talleres de creación artística o fiestas nocturnas, promueven la autoexpresión y la participación activa. Exhibir las obras de los estudiantes de último año de secundaria en las galerías no solo construye la confianza de los jóvenes, sino que también muestra a los adultos el valor que la nueva generación puede aportar a la cultura.
Las galerías representan entornos de aprendizaje únicos, capaces de conectar con el currículo escolar y desarrollar habilidades esenciales como las capacidades sociales y emocionales, así como el pensamiento crítico y creativo. Instituciones nuevas pueden considerar cómo involucrar a los niños desde la fase de diseño, mientras que las galerías existentes pueden reconfigurar sus espacios para facilitar el aprendizaje.
Al adoptar un enfoque inclusivo hacia los niños como ciudadanos culturales activos, las galerías tienen la oportunidad de contribuir a la creación de una sociedad más creativa y consciente culturalmente. Espacios y programas diseñados intencionadamente no solo garantizan que los niños sean bienvenidos, sino que también los inspiran a regresar a lo largo de sus vidas.