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Ken Griffin, fundador y CEO de Citadel, ha expresado su preocupación por las consecuencias negativas que puede acarrear el enfoque combativo del presidente Donald Trump en cuanto a la política comercial de Estados Unidos. Durante su intervención en la Conferencia de Servicios Financieros de UBS, celebrada en Key Biscayne, Florida, el empresario manifestó que la retórica agresiva adoptada por Trump ya ha causado un daño considerable.
«Desde mi punto de vista, la retórica bombástica ha tenido un impacto negativo», declaró Griffin. «Es un gran error recurrir a este tipo de retórica cuando se intenta llegar a un acuerdo, ya que socava la confianza de CEOs y responsables de políticas, haciéndoles sentir que no pueden depender de Estados Unidos como socio comercial».
Los comentarios del magnate se produjeron tras la reciente firma de un decreto por parte de Trump que impone aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio. Esta decisión se suma a los aranceles ya existentes del 10% sobre todas las importaciones procedentes de China, mientras que los aranceles del 25% sobre los productos de México y Canadá han sido temporalmente suspendidos.
Impacto en las inversiones a largo plazo
Griffin, quien ha apoyado a Trump y ha sido un importante donante del Partido Republicano, alertó sobre cómo estas dinámicas hostiles generadas por los aranceles pueden complicar las inversiones a largo plazo para empresas multinacionales e inversores. “Se vuelve difícil para las multinacionales, en particular, pensar en cómo planificar los próximos cinco, diez, quince o veinte años, especialmente en lo que respecta a inversiones de capital a largo plazo que podrían verse afectadas por un deterioro de las condiciones actuales de compromiso entre los principales países occidentales en términos comerciales”, explicó.
En ocasiones anteriores, Griffin ya había advertido que los aranceles podrían dar lugar a un fenómeno conocido como capitalismo de compinches, un sistema económico caracterizado por relaciones cercanas y mutuamente beneficiosas entre líderes empresariales y funcionarios gubernamentales. Este tipo de capitalismo, lejos de promover un mercado competitivo, podría favorecer a ciertos actores en detrimento de otros, lo que podría tener repercusiones significativas en la economía global.
La Casa Blanca no ha respondido de inmediato a las solicitudes de comentarios sobre las declaraciones de Griffin, lo que deja en el aire la reacción del gobierno estadounidense ante las críticas de uno de sus principales aliados financieros.