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El impacto de los desastres naturales en los Estados Unidos ha puesto de relieve la importancia de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés). Esta entidad, creada en 1979, ha sido fundamental para coordinar la respuesta nacional ante situaciones catastróficas, enviando suministros, asistencia financiera y apoyo en la recuperación a nivel estatal y local. Sin embargo, en un contexto donde el cambio climático está intensificando la frecuencia y la severidad de estos desastres, surge la cuestión sobre la capacidad de los estados para gestionar estas crisis sin el respaldo federal.
El papel de FEMA en la gestión de desastres
FEMA se activa únicamente tras la solicitud de una declaración de emergencia por parte de un estado, la cual debe ser aprobada por el presidente de los Estados Unidos. Este procedimiento garantiza que la situación sea tan grave que el estado no pueda manejar la crisis por su cuenta. La agencia no toma control, sino que coordina los recursos federales para que los estados puedan recuperarse más rápidamente de desastres costosos.
Entre las funciones principales de FEMA se encuentran:
- Coordinación de recursos federales: Durante desastres como el huracán Ian en 2022, FEMA trabaja en conjunto con la Guardia Costera, el Departamento de Defensa y equipos de búsqueda y rescate para llevar a cabo operaciones de rescate y restaurar servicios esenciales.
- Asistencia financiera: La agencia distribuye miles de millones de dólares en fondos de ayuda para que individuos, negocios y gobiernos locales puedan recuperarse. Hasta febrero de 2025, FEMA había proporcionado más de 1.04 mil millones de dólares en ayuda relacionada con desastres ocurridos en 2024.
- Apoyo logístico: FEMA colabora con gobiernos estatales y locales, así como con organizaciones sin fines de lucro, para proporcionar suministros esenciales como alimentos, agua y asistencia médica en refugios temporales.
Además, la agencia gestiona el Programa Nacional de Seguros contra Inundaciones y ofrece formación en preparación para desastres, ayudando a los estados a desarrollar planes de respuesta que mejoren su capacidad de reacción.
Un claro ejemplo de la importancia de FEMA se observó durante los incendios forestales en Maui, Hawái, en agosto de 2023, donde se ofreció asistencia inmediata para cubrir necesidades básicas y se gestionó la construcción de escuelas temporales para garantizar la continuidad educativa de los menores afectados.
Sin embargo, la ausencia de FEMA dejaría a los estados enfrentando una dura realidad. Aquellos más propensos a desastres, como Luisiana y Florida, enfrentarían retos recurrentes que agravarían los retrasos en la recuperación. Por otro lado, los estados más pequeños y menos favorecidos económicamente carecen de los recursos financieros y logísticos necesarios para manejar de manera efectiva sus propias respuestas a desastres.
La falta de una respuesta federal coordinada podría resultar en un acceso desigual a la ayuda, con áreas más ricas recuperándose más rápidamente, mientras que las comunidades desfavorecidas enfrentarían dificultades prolongadas. Esto subraya la necesidad de una infraestructura de respuesta a desastres que trascienda las capacidades individuales de cada estado.
En un contexto donde el cambio climático continúa alterando la frecuencia de los desastres naturales, es imperativo evaluar la preparación de cada estado para enfrentar estas crisis. La dependencia de un sistema federal de apoyo se vuelve cada vez más crítica para asegurar una respuesta efectiva y equitativa.