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En el vasto y gélido continente antártico, donde la vida parece casi imposible, se encuentra un pequeño insecto que ha desafiado las adversidades climáticas: el midge antártico (Belgica antarctica), el único insecto conocido como nativo de la región. Mientras que la imagen de los pingüinos es la que comúnmente se asocia con este lugar, el midge ha capturado la atención de científicos por sus singulares mecanismos de supervivencia en un entorno extremo. Investigaciones recientes lideradas por un equipo internacional de la Universidad Metropolitana de Osaka han comenzado a desvelar algunos de los secretos de esta resistente criatura, cuyas adaptaciones podrían ofrecer pistas valiosas sobre temas como la criopreservación.
Estrategias de supervivencia en un entorno hostil
La investigación, publicada en Scientific Reports, revela que el ciclo de vida del midge antártico se extiende a lo largo de dos años, durante los cuales el insecto atraviesa distintas fases de inactividad. En su primer año, los individuos entran en un estado de quiescencia, una forma de letargo que les permite sobrevivir a condiciones adversas. Cuando las condiciones ambientales mejoran, el insecto puede reanudar su actividad. En su segundo año, el midge experimenta un fenómeno conocido como diapausa obligada, una fase de inactividad que ocurre en un momento específico de su ciclo de vida, algo que se observa raramente en insectos de regiones templadas.
Los investigadores, liderados por el profesor Shin G. Goto y la doctora Mizuki Yoshida, desarrollaron un método para criar a estos insectos a lo largo de seis años, lo que les permitió estudiar sus mecanismos de adaptación ambiental. Se descubrió que las larvas de midge antártico alcanzan su segundo estado larval antes del primer invierno, entrando en quiescencia para reanudar su crecimiento en respuesta a un aumento repentino de temperatura.
Con la llegada del segundo invierno, las larvas alcanzan su estado final, el cuarto instar, pero no se convierten en pupas. En su lugar, entran en diapausa obligada, lo que les permite sincronizar su desarrollo y emerger como adultos al inicio del verano. Este mecanismo de sincronización es crucial para su supervivencia, ya que los adultos tienen una vida extremadamente corta, de solo unos pocos días, durante los cuales deben encontrar pareja para reproducirse.
Según el profesor Goto, la finalización de la diapausa obligada se produce con la llegada de las bajas temperaturas invernales, lo que asegura que todas las larvas se conviertan en pupas al mismo tiempo y emergen como adultos simultáneamente. Este hallazgo destaca una estrategia de adaptación estacional que no se había documentado en otras especies, sugiriendo que insectos que habitan en entornos extremos, como el Ártico y altitudes elevadas, podrían estar utilizando estrategias similares para sobrevivir.
Más información:
Diapausa obligada y su finalización dan forma a la estacionalidad del ciclo de vida de un insecto antártico, Scientific Reports (2025). DOI: 10.1038/s41598-025-86617-4
Proporcionado por
Universidad Metropolitana de Osaka