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Los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump sobre el acero y el aluminio están generando preocupaciones en torno al crecimiento de los centros de datos, al exacerbar la escasez de componentes clave en la red eléctrica. Según Jeff Currie, analista líder en la firma Carlyle, esta situación podría tener repercusiones significativas en el sector tecnológico, que ya enfrenta desafíos en la cadena de suministro.
Durante una reciente entrevista en el programa «Squawk Box» de CNBC, Currie destacó que los transformadores, esenciales para la distribución eléctrica, se están convirtiendo en un cuello de botella. Estos dispositivos son fundamentales para regular el voltaje de la electricidad, permitiendo que fluya desde las plantas de energía hasta los consumidores finales, incluidos los centros de datos. La falta de este equipo ha contribuido a que grandes empresas tecnológicas, como Alphabet, Amazon y Microsoft, no cumplan con las expectativas de ingresos en sus segmentos de nube.
Impacto de los Aranceles en la Industria Energética
Currie subrayó que la imposición de aranceles sobre las importaciones de metal no solo afecta la disponibilidad de transformadores, sino que también podría complicar la situación del suministro eléctrico en general. Tal como explicó, «si los aranceles alteran las cadenas de suministro, eso solo agrava la situación». Esta afirmación resuena en un contexto en el que la demanda por productos de inteligencia artificial y servicios en la nube está superando la capacidad disponible, lo que ha llevado a las empresas a luchar por aumentar su capacidad operativa.
Hitachi Energy, el mayor fabricante de transformadores del mundo, ha advertido que la industria está abrumada por la demanda. Su director ejecutivo, Andreas Schierenbeck, indicó que las empresas de servicios públicos que necesiten transformadores podrían tener que esperar hasta cuatro años si no han reservado uno previamente. Esta realidad plantea serias preocupaciones sobre la infraestructura eléctrica a medida que el mundo se dirige hacia una economía cada vez más electrificada.
Además, Currie destacó que los aranceles sobre el aluminio podrían traer de vuelta la producción de este metal a Estados Unidos, lo que, aunque podría parecer beneficioso a primera vista, tiene implicaciones complejas. «Si se piensa que la inteligencia artificial consume mucha energía, el aluminio es un mundo completamente diferente», explicó, señalando que su producción es seis veces más intensiva en energía que la de los centros de datos de IA. Esto podría resultar en una mayor presión sobre las redes eléctricas ya sobrecargadas.
La situación actual pone de manifiesto los retos que enfrenta el sector energético, no solo en Estados Unidos, sino a nivel global, donde las decisiones políticas pueden tener un impacto profundo en la economía y la infraestructura. La gestión de estos desafíos requerirá una atención cuidadosa para garantizar que se pueda satisfacer la creciente demanda de energía y tecnología en el futuro.