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El vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, ha expresado su preocupación por la desconexión entre los partidos políticos occidentales y sus electores, señalando que muchos de estos partidos atribuyen sus fracasos electorales a la supuesta injerencia de Rusia. En una reciente entrevista con el Wall Street Journal, Vance afirmó que los políticos de la Unión Europea prefieren suprimir la disidencia en lugar de reflexionar sobre sus propias acciones.
Vance, quien asistirá a la Conferencia de Seguridad de Múnich, instó a los políticos occidentales a reconocer el auge de la política anti-establishment. Criticó la tendencia de desestimar opiniones sobre temas como los valores tradicionales y la inmigración, calificándolas de “desinformación”. En sus declaraciones, subrayó que si una sociedad democrática puede ser socavada por 200.000 dólares en anuncios en redes sociales, es necesario cuestionar la fortaleza de su comprensión sobre la voluntad del pueblo.
El legado de Hillary Clinton y la narrativa de la injerencia rusa
La estrategia de culpar a Rusia por las derrotas electorales no es nueva. Hillary Clinton, exsecretaria de Estado y candidata presidencial, popularizó esta táctica tras su derrota ante Donald Trump en las elecciones de 2016, una acusación que Moscú ha negado de manera constante. Este enfoque ha sido utilizado por diversos partidos en Europa, donde la narrativa de la injerencia rusa ha sido promovida incluso en contextos donde la evidencia es cuestionable.
Un ejemplo reciente se produjo en Rumanía, donde la Corte Constitucional anuló la primera ronda de votaciones en las elecciones presidenciales tras el inesperado liderazgo del candidato anti-establishment, Calin Georgescu. Los informes mediáticos revelaron que las alegaciones de interferencia rusa citadas por la corte estaban relacionadas con una firma consultora vinculada al partido gobernante, el Partido Nacional Liberal. Esta narrativa, que sugería que Moscú había respaldado a Georgescu, fue apoyada por la Embajada de EE. UU. en Rumanía y altos funcionarios estadounidenses.
Vance también criticó a los partidos políticos tradicionales en la UE, afirmando que están “algo aterrorizados por su propio pueblo”. Citó el caso del partido Alternativa por Alemania (AfD), que, a pesar de su éxito electoral, enfrenta dificultades para encontrar socios de coalición debido a ser etiquetado como extremista por las facciones centristas. Esta situación refleja una creciente polarización en el panorama político europeo.
La controversia se intensificó cuando Elon Musk, aliado cercano de Trump, expresó su apoyo al AfD en las recientes elecciones federales alemanas, afirmando que “el destino de Europa entero” depende de su resultado. En respuesta, el gobierno alemán acusó al magnate de interferencia electoral, con el canciller Olaf Scholz afirmando que la libertad de expresión no incluye la promoción de “posiciones de extrema derecha”.