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Recientes estudios han revelado que la Tierra ha superado el límite de calentamiento global de 1.5°C, un umbral crítico establecido en el Acuerdo de París de 2015. En 2024, las temperaturas alcanzaron un promedio de aproximadamente 1.6°C por encima de los niveles preindustriales, lo que marca un momento alarmante en la crisis climática que enfrentamos.
Según los informes de dos investigaciones independientes, la superación de este umbral no debe ser considerada como un simple incidente aislado. Los estudios, publicados en la revista Nature Climate Change, sugieren que este fenómeno podría señalar el inicio de una tendencia preocupante a largo plazo. Uno de los estudios analizó las tendencias históricas de calentamiento y concluyó que, cuando la temperatura promedio de la Tierra alcanzó ciertos niveles, las siguientes dos décadas también mostraron un aumento similar en las temperaturas. Este patrón, según los investigadores, sugiere que podríamos estar entrando en un periodo de 20 años en el que las temperaturas promedio se mantendrán por encima de 1.5°C.
La urgencia de actuar
El segundo estudio, llevado a cabo por investigadores canadienses, se centró en los datos mensuales y encontró que el año pasado marcó 12 meses consecutivos de temperaturas superiores al umbral de 1.5°C. Este hallazgo indica que se están dando condiciones que podrían llevar a una violación prolongada de este límite crucial. A pesar de que se espera que 2025 sea un año ligeramente más fresco debido a la disipación del fenómeno de El Niño, los científicos advierten que esto no debe llevar a la complacencia. Las oscilaciones naturales en las temperaturas globales no anulan la tendencia alarmante que estamos observando.
La creciente evidencia de que estamos cruzando umbrales climáticos críticos es un llamado a la acción. Desde 1990, las emisiones de dióxido de carbono han aumentado en un 50%, una tendencia que debe invertirse urgentemente. Para detener el calentamiento global, es imperativo que las emisiones de gases de efecto invernadero alcancen un nivel neto cero. Sin embargo, incluso con una reducción drástica de emisiones, algunos cambios climáticos ya son irreversibles y continuarán afectando la Tierra durante siglos.
Además de los desafíos que enfrentan los ecosistemas, las consecuencias del cambio climático se están sintiendo de manera aguda a nivel global. En Australia, por ejemplo, la temperatura media ha aumentado 1.5°C desde 1910, lo que ha llevado a un deterioro significativo de sus ecosistemas, como la Gran Barrera de Coral. La frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, tales como olas de calor y incendios forestales, está en aumento, lo que agrava las tensiones en la naturaleza, la sociedad y la economía.
A pesar de esta sombría realidad, se han observado avances en la generación de electricidad renovable y en la reducción del uso de combustibles fósiles en diversas naciones. Sin embargo, es evidente que aún queda un camino considerable por recorrer. La comunidad internacional debe consolidar esfuerzos para apoyar a los países más vulnerables que ya están sufriendo las peores consecuencias del cambio climático. Este apoyo es esencial mientras se llevan a cabo transformaciones significativas hacia economías y sociedades descarbonizadas.
La situación actual requiere un compromiso inmediato y decidido para evitar que el calentamiento global cause daños irreparables. La ciencia es clara: el tiempo para actuar es ahora.