
Un reciente estudio de la Université de Montréal ha revelado que ciertas especies de peces son capaces de adaptarse más rápidamente a los cambios de temperatura del agua, un hallazgo relevante en el contexto del cambio climático y su impacto en los ecosistemas acuáticos. La investigación, liderada por el investigador Jérémy De Bonville y publicada en el Journal of Thermal Biology, proporciona un análisis detallado sobre cómo diferentes especies reaccionan ante el aumento de temperatura en su hábitat.
Adaptación térmica en diversas especies
El estudio se centró en tres especies de peces: el pez cebrita (Danio rerio), el espinoso (Gasterosteus aculeatus) y la platija europea (Platichthys flesus). Estas especies, que habitan en aguas costeras poco profundas, mostraron una capacidad de adaptación al calor significativamente más ágil en comparación con el wrasse dorado (Ctenolabrus rupestris), que vive en aguas más profundas y estables. Según De Bonville, las diferencias en la adaptación se deben en gran medida a los entornos naturales de cada especie.
Para llevar a cabo su investigación, De Bonville y su equipo utilizaron acuarios en los que se aumentó gradualmente la temperatura del agua. Este método permitió determinar el umbral de tolerancia térmica de cada especie y cómo esta tolerancia cambió después de exposiciones prolongadas a temperaturas más elevadas. Los resultados mostraron que el pez espinoso pudo aumentar su tolerancia térmica en 1.4°C en solo tres horas, alcanzando un máximo de 34.2°C.
Por otro lado, el wrasse dorado y la platija europea mostraron un proceso de aclimatación más lento, requiriendo seis y cuatro días, respectivamente, para aumentar su tolerancia térmica. Estos peces suelen optar por comportamientos evasivos, como buscar aguas más profundas, en lugar de adaptarse fisiológicamente al calor. En contraste, los peces cebrita, originarios de las aguas dulces de la India, demostraron una rápida aclimatación, completando el proceso en solo cuatro días.
Este trabajo de investigación pone de manifiesto la complejidad de las estrategias de adaptación en el reino animal y sugiere que, aunque algunos peces pueden manejar mejor el aumento de temperatura, no todos los organismos acuáticos tienen la misma capacidad de respuesta. De Bonville también advierte que otros factores ambientales, como la presencia de parásitos, pueden influir en esta adaptabilidad, lo que complica aún más la situación de los ecosistemas acuáticos en un mundo que se calienta.
La investigación de De Bonville continúa, ya que está trabajando en un proyecto sobre cómo los parásitos afectan la capacidad de adaptación de otras especies, como el pez calabaza. Los resultados preliminares indican que las poblaciones en lagos libres de parásitos se aclimatan más rápidamente y pueden soportar temperaturas más altas. Este enfoque holístico es vital para entender cómo las especies acuáticas pueden enfrentar el cambio climático, un desafío que exige nuestra atención y acción inmediata.