La búsqueda de Modi por una alianza con EE.UU.: ¿una estrategia arriesgada para India?

In Internacional
febrero 17, 2025

Las recientes maniobras de Nueva Delhi hacia Estados Unidos se producen en un contexto en el que Washington está reconfigurando sus alianzas globales. La visita de trabajo del Primer Ministro Narendra Modi a la Casa Blanca el 13 de febrero envía un mensaje claro: India busca alinearse rápidamente con Estados Unidos, algo que ha evitado astutamente durante los 75 años transcurridos desde su liberación del dominio colonial británico. Esta búsqueda de una posición prominente en el escenario internacional es un sueño que el gobierno nacionalista hindú ha fomentado, y que las élites del país han llegado a equiparar con una alianza geopolítica con Estados Unidos.

Sin embargo, acercarse a esta «luz» conlleva sus propios peligros, como ilustra el mito de Ícaro de la antigua Grecia. La administración Trump parece combinar un fervor religioso con un enfoque colonial que, moral, política y geopolíticamente, debería ser inaceptable para las sensibilidades indias.

Una evaluación realista entre las élites indias sobre la situación internacional parece estar ausente, lo que se atribuye en gran medida a una visión ilusoria de que Estados Unidos puede ayudar a India a convertirse en una superpotencia que compita con China. Un tema de conversación para Modi con Trump podría haber sido la revitalización del moribundo Corredor Económico India-Medio Oriente (IMEC) para rivalizar con la iniciativa de la Franja y la Ruta de China. Sin embargo, la reciente declaración del Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sobre la reubicación de palestinos en Arabia Saudita ha complicado esta posibilidad, provocando la ira de Riad, que podría haber sido el principal financiador del IMEC.

India ha guardado silencio sobre los planes estadounidenses-israelíes de limpieza étnica en Gaza o sobre la extraña idea de Trump de transformar Gaza en la Riviera del Medio Oriente, algo que ha suscitado críticas a nivel mundial. Este silencio refleja la trampa de un orden unipolar que se desmorona.

La nueva dinámica de las alianzas globales

Trump está despojando sin ceremonias a sus aliados europeos de su apoyo, esperando que se las arreglen por sí mismos tras la derrota de la OTAN en Ucrania. Esto se evidenció cuando el nuevo Secretario de Defensa de EE. UU., Peter Hegseth, en su primera aparición en la reunión de ministros de defensa de la OTAN en Bruselas, desvió la atención de la cuestión del compromiso de EE. UU. con el Artículo 5 de la carta de la OTAN hacia el Artículo 3, que se centra en la resiliencia y la autodependencia.

Las declaraciones del Vicepresidente J.D. Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich dejaron en claro que la disputa entre Europa y EE. UU. ya no se centra en compartir cargas militares o en una amenaza percibida de Rusia, sino en algo más fundamental relacionado con la sociedad y la economía política de Europa. Vance subrayó que el mayor peligro para Europa no es Rusia ni China, sino un «peligro desde dentro». Esta percepción de crisis ha llevado al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, a lamentar que la relación entre Europa y América está cambiando drásticamente.

La élite india parece ignorar la magnitud de la retracción estadounidense, comportándose como si estuvieran en un estado de ensueño. Esta ceguera es evidente incluso entre las élites del Congreso y los partidos de oposición en India. La realidad es que la guerra no es una opción para EE. UU. frente a China, y Trump es consciente de que el país no debe agotar sus recursos en conflictos bélicos.

En la conferencia de prensa conjunta con Modi, Trump hizo un llamado a la paz entre India y China, ofreciendo su ayuda, lo que contrasta con el pasado reciente en el que se alentaba a India a adoptar una postura beligerante. Además, Trump nunca mencionó el grupo Quad, que incluye a Australia, India, Japón y EE. UU., lo que sugiere un cambio en la estrategia estadounidense hacia Asia.

La creciente influencia económica de China parece ocupar la mente de Trump constantemente. Mientras EE. UU. cerró 2024 con un déficit comercial superior a un billón de dólares, China logró un superávit equivalente. Trump reconoció abiertamente el cambio de poder tecnológico global tras la llegada del modelo de inteligencia artificial DeepSeek de China.

En este contexto, Trump ha elogiado a Modi como un «negociador duro», mientras utiliza la amenaza de «aranceles recíprocos» como un mecanismo de control para garantizar el buen comportamiento de India. Esto ha llevado a un incremento en las exportaciones de energía estadounidense a India, generando un negocio que podría oscilar entre 15 y 25 mil millones de dólares anuales.

La vulnerabilidad de India en este nuevo orden mundial es incierta. La apresurada visita de Modi a EE. UU. para integrarse en la política exterior de Trump revela la falta de visión de los responsables políticos en Nueva Delhi. Una estrategia de multi-alineación, que mantenga la relación histórica de India con Rusia, podría ser una opción viable que preserve su autonomía estratégica.

A pesar de esto, Modi ha optado por alinearse con la postura estadounidense sobre la guerra en Ucrania, distanciándose de Moscú y adoptando una posición equidistante entre Moscú y Kiev. Este deseo de complacer a EE. UU. en un momento en que un acuerdo de paz en términos favorables a Rusia parece plausible plantea interrogantes sobre la dirección futura de la política exterior india.

La paradoja es que, mientras las élites indias se aferran a un orden unipolar, incluso la administración Trump comienza a reconocer los signos de una creciente multipolaridad en el orden mundial, lo que hace obsoleta la mentalidad de bloques de la Guerra Fría.

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