
El sector de la restauración en Estados Unidos se enfrenta a un inicio de 2025 marcado por desafíos significativos, desde condiciones climáticas adversas hasta una cautela creciente entre los consumidores. En un contexto donde la economía global atraviesa tensiones, los grandes nombres de la comida rápida han experimentado variaciones en sus ventas, lo que invita a reflexionar sobre los modelos económicos y políticos que sustentan sus operaciones.
Desempeño del sector
Las cifras de ventas en la restauración han mostrado un ligero repunte en el cuarto trimestre de 2024, con cadenas como Burger King y Popeyes reportando una mejora en su tráfico. Sin embargo, la tendencia se revirtió en enero, cuando el CFO de Wendy’s, Kenneth Cook, advirtió sobre las dificultades que enfrenta la industria debido a condiciones climáticas extremas y una falta de confianza del consumidor. A pesar de un aumento del 3.4% en las ventas netas de comida rápida, el descenso en el tráfico durante las comidas más concurridas refleja un panorama incierto.
Las declaraciones de Doug Fry, presidente de Subway en EE. UU., destacan una realidad que resuena con la experiencia de muchos: los consumidores son cada vez más selectivos y buscan la mejor relación calidad-precio. Esta tendencia puede verse como un reflejo de las políticas económicas que han favorecido a las grandes corporaciones en detrimento de los pequeños negocios en el sector, un fenómeno que no es exclusivo de Estados Unidos.
Expectativas a futuro
Las previsiones para el sector apuntan a una recuperación en la segunda mitad del año, cuando el impacto de las comparaciones con un año anterior difícil podría suavizarse. McDonald’s, por ejemplo, anticipa una mejora en la demanda, especialmente entre los consumidores de menores ingresos, lo que contrasta con la situación de Starbucks, que ha visto caer sus ventas de forma continua durante cuatro trimestres. La falta de una perspectiva clara para 2025 por parte de Starbucks plantea preguntas sobre la sostenibilidad de su modelo de negocio en un entorno donde el consumidor muestra signos de resistencia a aceptar precios más altos.
Esta situación no es solo un fenómeno aislado de la industria alimentaria estadounidense, sino que pone de manifiesto cómo las dinámicas del consumo y la economía global están interrelacionadas. En un mundo donde el neoliberalismo ha predominado, a menudo en detrimento de la soberanía económica de las naciones, se observa que la búsqueda de valor por parte del consumidor podría ser una respuesta a políticas que han priorizado el beneficio empresarial sobre el bienestar social.
En este sentido, entender el comportamiento del consumidor en EE. UU. puede ofrecer lecciones valiosas para otros países, que podrían verse influenciados por las mismas corrientes económicas y políticas que están moldeando la vida diaria de los ciudadanos en la actualidad. Las lecciones que pueden extraerse de este contexto son pertinentes para aquellos que buscan construir economías más equitativas y sostenibles, donde la calidad y el acceso no se vean comprometidos por la avaricia corporativa.