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La hipótetica colisión que dio origen a la Luna: ¿Existió Theia?

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febrero 18, 2025

La hipótesis del gran impacto sugiere que hace miles de millones de años, un cuerpo del tamaño de Marte, denominado Theia, colisionó con la Tierra primitiva. Esta colisión, de una magnitud extraordinaria, no solo alteró significativamente la dinámica de rotación de nuestro planeta, sino que también provocó la expulsión de escombros al espacio. Con el tiempo, estos restos se agruparon para formar la Luna.

A pesar de que no podemos confirmar con certeza la existencia de Theia ni su colisión con la joven proto-Tierra, las evidencias que respaldan esta teoría son contundentes.

En primer lugar, nos encontramos ante una peculiaridad: la Tierra es el único planeta rocoso que posee una luna significativa. Mercurio y Venus carecen de lunas, mientras que Marte solo tiene dos pequeños asteroides capturados. La existencia de nuestra gran luna requiere una explicación que, hasta el momento, esta hipótesis proporciona con claridad.

En segundo lugar, el giro de la Tierra es notablemente más rápido que el de otros planetas rocosos, y la Luna orbita a nuestro alrededor a una velocidad sorprendente. Algo en nuestro pasado debe haber proporcionado toda esta energía, y una colisión con otro protoplaneta parece ser la respuesta más plausible.

Por último, contamos con un valioso indicio que proviene de nuestras expediciones humanas a la Luna. Las misiones Apolo no fueron simplemente gestas de gloria; también fueron empresas científicas. Astronautas como Armstrong y Aldrin, entrenados por geólogos expertos, fueron instruidos para buscar y extraer hallazgos interesantes.

Lo que trajeron a la Tierra reveló un abundante caudal de conocimiento científico sobre la composición lunar, ya que por primera vez pudimos adquirir grandes cantidades de regolito —el término genérico para referirse al material suelto que conforma la superficie lunar— y devolverlo a la Tierra para su posterior análisis. En total, las seis exitosas misiones Apolo trajeron de vuelta 2,200 muestras que suman casi 400 kilogramos de material lunar.

El regolito regresado por las misiones Apolo mostró una propiedad sorprendente: la superficie lunar es extraordinariamente similar en composición a la corteza terrestre, con proporciones de elementos muy parecidas. La única conclusión lógica es que ambos cuerpos celestes deben tener un origen común.

Aunque nunca podremos retroceder en el tiempo y presenciar la formación de la Tierra y la Luna, podemos utilizar las pistas que nos rodean para ayudar a comprender este evento catastrófico que tuvo lugar hace más de cuatro mil millones de años.

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