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En la reciente temporada de premios, varias películas nominadas a Mejor Película presentan temáticas musicales, destacando A Complete Unknown, un biopic centrado en la figura de Bob Dylan. Este filme incluye una notable cantidad de 40 canciones, aunque sus creadores advierten que no se debe considerar un musical. La sonoridad en esta obra se presenta como un personaje en sí mismo, un rasgo que ha sido cuidadosamente trabajado por un equipo de sonido nominado al Oscar que incluye a Ted Caplan, Donald Sylvester, Tod Maitland y David Giammarco, quienes compartieron su enfoque sobre cómo lograron la complejidad y singularidad del sonido del filme.
La película ha generado un debate entre los aficionados de Bob Dylan, quienes temen que la representación de su ídolo no sea fiel a la realidad. Según Ted Caplan, el principio rector del equipo no era recrear la vida de Dylan al pie de la letra, sino capturar su esencia, lo que implica una búsqueda de autenticidad sin exagerar los elementos narrativos. Donald Sylvester añadió que, aunque muchos eventos son inciertos, el enfoque no es el de un documental, sino el de una dramatización que busca reflejar la experiencia de Dylan en su contexto.
El equipo de sonido realizó un esfuerzo notable para que las actuaciones en vivo se sintieran genuinas a la época. Para ello, Maitland explicó que se utilizaron 42 micrófonos de la época, colocados en orden cronológico para reflejar la evolución de la tecnología del sonido. Esto permitió que el filme mantuviera una fidelidad al sonido del pasado, mientras se beneficiaba de la tecnología moderna, dando a la audiencia la textura de una grabación vintage.
Además, el diseño sonoro buscó sumergir a la audiencia en la atmósfera de la Nueva York de los años 60. Caplan mencionó que el primer encuentro de Dylan con MacDougal Street en 1961 es crucial, ya que ilustra la atracción que sentía por el bullicio y la variedad de sonidos de la ciudad, contrastando con la opresiva sensación que experimentó en 1965 cuando la música ya no era un refugio. Sylvester enfatizó la importancia de contar con actores de fondo que comprendieran la naturaleza conversacional y desenfadada de los neoyorquinos de la época.
El director James Mangold decidió que el sonido acompañara cada escena, incluyendo momentos de gran carga dramática, como una secuencia del festival de folk de Newport de 1965, que se rodó en una toma continua de 23 minutos con más de 40 micrófonos. Esta decisión, según Maitland, fue un intento de captar la energía del momento y la interacción entre Dylan y su entorno.
Uno de los momentos más impactantes del filme es cuando Dylan se pasa a la guitarra eléctrica, un cambio que causó revuelo entre sus seguidores. Caplan comentó que el sonido debía ser potente pero no abrumador, buscando un equilibrio que mantuviera la energía sin resultar agresivo. Sylvester, por su parte, resaltó que, aunque el filme es deliberadamente ruidoso, no se trata de un ruido constante, sino que se incrementa de forma sutil a lo largo de la narrativa.
Finalmente, aunque el filme se recomienda disfrutar en pantalla grande, estará disponible en video bajo demanda el 25 de febrero. Giammarco sugirió que, para quienes lo vean en casa, la mejor manera de replicar la experiencia cinematográfica es simplemente «subir el volumen».