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La creciente amenaza de la suplantación de identidad en la era digital
La suplantación de identidad se ha convertido en uno de los ciberdelitos más preocupantes de la actualidad, especialmente en un mundo donde la información personal está cada vez más expuesta en la red. Este fenómeno no solo afecta a empresas, que son blanco habitual de correos electrónicos fraudulentos que simulan ser de instituciones bancarias o de servicios de mensajería, sino que también impacta a individuos que ven cómo su identidad es utilizada para cometer fraudes y engaños. Según Adrián Flecha, técnico de ciberseguridad del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), este delito se define como un intento deliberado de hacerse pasar por otra persona o entidad con el fin de engañar y obtener beneficios financieros o acceso a datos sensibles.
El informe sobre la Cibercriminalidad en España 2023, elaborado por el Ministerio del Interior, revela un alarmante aumento del 23% en los delitos informáticos respecto al año anterior, con más del 90% de estos casos relacionados con fraudes de identidad. Las técnicas utilizadas por los ciberdelincuentes son diversas y sofisticadas. El phishing, que consiste en correos electrónicos engañosos, y su variante más dirigida, el spear phishing, son algunos de los métodos más comunes. Además, el smishing (mensajes de texto fraudulentos) y el vishing (llamadas telefónicas) han cobrado fuerza, haciendo que la prevención y la educación digital sean esenciales para protegerse de estos ataques.
El daño que puede ocasionar la suplantación de identidad es multifacético. Desde la pérdida económica, donde los delincuentes pueden acceder a cuentas bancarias y realizar compras en nombre de la víctima, hasta el daño reputacional, que puede ser devastador especialmente para figuras públicas. La tecnología, incluida la inteligencia artificial, ha permitido que los ataques sean aún más efectivos, como en el caso de la creación de deepfakes que replican la voz o la imagen de una persona para llevar a cabo fraudes. Así, es fundamental que tanto individuos como empresas adopten medidas proactivas para salvaguardar su información, como activar la autenticación en dos pasos y ser cautelosos con los datos que comparten en redes sociales, para mitigar el riesgo de ser víctimas de esta creciente amenaza.