Repercusiones de los terremotos en la industria petrolera de Texas
Dos terremotos de gran magnitud han sacudido esta semana la cuenca de Permian, el principal yacimiento de petróleo de Estados Unidos, generando inquietud en la industria petrolera de Texas. Según el Servicio Geológico de los Estados Unidos, el primero de estos sismos, de magnitud 5.0, se registró el 14 de febrero, seguido de otro de 4.7 el martes por la mañana, ambos en el condado de Culberson, en el oeste de Texas. Este aumento en la actividad sísmica ha reavivado el debate sobre las prácticas de eliminación de aguas residuales vinculadas a la fracturación hidráulica, una técnica utilizada en la extracción de petróleo y gas.
La Comisión de Ferrocarriles de Texas (RRC), el organismo regulador del petróleo en el estado, ya estaba monitorizando esta área debido al incremento en la actividad sísmica asociada con la fracturación. La inyección de aguas salinas, un subproducto natural de la producción de petróleo y gas, ha sido relacionada con el aumento de la actividad sísmica en diversas regiones productoras, incluyendo Texas y Oklahoma. En respuesta, los reguladores de ambos estados han impuesto límites a la inyección de aguas residuales como medida para mitigar los sismos.
Los recientes terremotos podrían impulsar proyectos de eliminación de aguas residuales en la cuenca, según Kelly Bennett, fundador y consejero delegado de B3 Insight, una consultora especializada en inteligencia sobre el agua en el sector petrolero. Entre los proyectos destacados se encuentra el de la empresa WaterBridge, que planea construir y operar infraestructuras para el manejo de aguas producidas para BPX, con una capacidad de hasta 600,000 barriles por día en un compromiso de diez años. La RRC está considerando cambios en las políticas de inyección para nuevos pozos de eliminación de aguas salinas, con un enfoque en las presiones de inyección superficiales y un seguimiento continuo de la sismicidad profunda.
