
La formación de estrellas ha sido un tema de estudio fascinante para los astrónomos durante décadas. Recientemente, un equipo de investigadores de la Universidad de Kyushu, en colaboración con la Universidad Metropolitana de Osaka, ha aportado nuevas perspectivas sobre este proceso en el contexto del universo temprano. En un artículo publicado en The Astrophysical Journal, los científicos han explorado cómo algunas estrellas pudieron formarse en nubes moleculares «esponjosas» en lugar de las estructuras filamentarias que predominan en nuestra galaxia actual.
Las nubes moleculares, también conocidas como «nurseries» estelares, son regiones del espacio donde se agrupan altas concentraciones de gas y polvo, lo que permite la formación de nuevas estrellas. Estas nubes pueden ser masivas, extendiéndose a lo largo de cientos de años luz y albergando miles de estrellas en su interior. A pesar de los avances tecnológicos en la observación astronómica, los detalles precisos sobre cómo se forman las estrellas en diferentes épocas del universo siguen siendo un misterio.
Observaciones en la Nube de Magallanes
El equipo de investigación centró su atención en la Pequeña Nube de Magallanes, una galaxia enana situada a unos 20,000 años luz de la Tierra. Esta galaxia presenta solo una quinta parte de los elementos pesados que se encuentran en nuestra Vía Láctea, lo que la convierte en un entorno similar al del universo temprano, aproximadamente hace 10 mil millones de años. Sin embargo, las limitaciones en la resolución espacial de las nubes moleculares en la Pequeña Nube de Magallanes dificultaron la observación de estructuras similares a las que se observan en nuestra galaxia.
Afortunadamente, el potente telescopio ALMA, situado en Chile, permitió capturar imágenes de alta resolución de estas nubes moleculares. A través de un análisis detallado de 17 nubes moleculares, los investigadores encontraron que alrededor del 60% de ellas presentaban una estructura filamentaria, mientras que el 40% restante mostraba una forma «esponjosa». Esta variación en la forma y temperatura de las nubes podría tener implicaciones significativas en la forma en que se forman las estrellas.
La temperatura dentro de las nubes moleculares filamentarias era más alta que en las esponjosas, lo que sugiere que la estructura y la temperatura están relacionadas con el tiempo de formación de la nube. Inicialmente, las nubes eran filamentarias y calientes debido a colisiones, pero a medida que la temperatura disminuía, la turbulencia aumentaba, transformando la estructura en nubes más suaves.
El estudio resalta la importancia de un entorno adecuado, como un suministro suficiente de elementos pesados, para mantener la estructura filamentaria de las nubes moleculares. Esta condición podría ser crucial para la formación de sistemas planetarios, como el nuestro. La investigación sugiere que la capacidad de las nubes moleculares para retener su forma filamentaria podría determinar la formación de estrellas similares a nuestro Sol.
Los hallazgos de este estudio no solo contribuyen a nuestro entendimiento de la formación estelar en el universo temprano, sino que también abren nuevas vías para investigar las nubes moleculares en entornos ricos en elementos pesados, como nuestra propia galaxia. De esta manera, se espera que futuras observaciones puedan ofrecer más información sobre la evolución temporal de las nubes moleculares y el universo en su conjunto.