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Un estudio reciente, publicado en la revista PLOS Biology por Neelima Sharma y su equipo de la Universidad de Chicago, revela que la eficiente arquitectura de las articulaciones humanas tiene sus raíces en los peces con mandíbula más antiguos. Esta investigación proporciona información crucial sobre la evolución de los esqueletos vertebrales, incluida la anatomía que nos caracteriza como especie.
La importancia de las articulaciones sinoviales
Las articulaciones sinoviales son fundamentales para la movilidad y estabilidad de los esqueletos de la mayoría de los vertebrados. Estas estructuras permiten que los huesos o el cartílago se deslicen entre sí, gracias a una cavidad lubricada que facilita el movimiento. Su presencia se ha documentado tanto en vertebrados terrestres como en peces óseos, sugiriendo que esta característica se desarrolló en los ancestros comunes de ambos grupos. Sin embargo, el momento exacto de la aparición de estas articulaciones en la evolución de los vertebrados ha permanecido en la oscuridad.
En su estudio, Sharma y su equipo examinaron la anatomía y el desarrollo de las articulaciones en tres linajes vertebrales primitivos: lampreas (peces sin mandíbula), tiburones de bambú y patines (peces cartilaginosos). Los análisis revelaron la existencia de articulaciones con cavidades en los peces cartilaginosos, mientras que las lampreas carecían de este tipo de articulaciones. Además, se observaron ciertas proteínas y procesos de desarrollo en los peces cartilaginosos que se comparten con las articulaciones sinoviales de otros vertebrados.
El uso de escáneres de tomografía computarizada permitió a los investigadores identificar una articulación similar en el pez fósil Bothriolepis, que representa la articulación sinovial más antigua conocida hasta la fecha. Estos hallazgos sugieren que las articulaciones sinoviales son una característica compartida entre los peces con mandíbula, pero ausente en los sin mandíbula, lo que indica que su evolución se produjo en los ancestros de los vertebrados con mandíbula.
Los autores del estudio destacan que el origen de estas articulaciones móviles en nuestros ancestros peces permitió nuevos modos de movimiento y alimentación. Este descubrimiento revela que los procesos de desarrollo responsables de las articulaciones se originaron en una fase temprana del árbol evolutivo de los peces, aportando así una nueva perspectiva sobre la evolución de las estructuras esqueléticas de los vertebrados, incluidos los seres humanos.
Finalmente, los investigadores sugieren que pasos futuros en esta línea de estudio podrían incluir un análisis más detallado de la morfología articular en otros linajes de peces fósiles y comparaciones adicionales entre las articulaciones de vertebrados con y sin mandíbula, con el fin de desvelar más detalles sobre la evolución temprana de las articulaciones.