El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha reavivado su interés por el polémico proyecto del oleoducto Keystone XL, que tiene como objetivo transportar crudo de arenas bituminosas desde Canadá hasta refinerías en Estados Unidos. Este proyecto, que fue propuesto inicialmente en 2008, ha enfrentado una fuerte oposición por parte de grupos ambientalistas y ha sido bloqueado en varias ocasiones por las administraciones anteriores de Obama y Biden.
Trump ha prometido agilizar los procesos regulatorios necesarios para la reactivación de Keystone XL, un proyecto que, según sus defensores, podría generar miles de empleos y reducir la dependencia de Estados Unidos del petróleo extranjero. Sin embargo, la realidad es que, a pesar de su aprobación durante su primer mandato, la construcción del oleoducto fue detenida en 2021 cuando Biden revocó un permiso clave en su primera semana en el cargo.
Contexto y oposición al proyecto
El oleoducto Keystone XL estaba diseñado para transportar 830,000 barriles de petróleo al día, pero su desarrollo ha sido objeto de controversia desde el principio. Grupos ambientalistas y comunidades indígenas han advertido sobre los posibles daños al medio ambiente y a sus modos de vida. A pesar de la insistencia de Trump en que el proyecto es crucial para la economía estadounidense, la oposición persiste, especialmente en un contexto donde la preocupación por el cambio climático y la sostenibilidad energética es cada vez más relevante.
En octubre de 2024, TC Energy, la empresa original detrás del proyecto, escindió su negocio de oleoductos en una nueva compañía llamada South Bow Energy, que ha manifestado su falta de interés en reanudar el proyecto. A pesar de esto, Trump ha instado a TC Energy a regresar y continuar con la construcción, argumentando que fueron «despojados de manera vil» por la administración Biden.
Desde su llegada al poder, Biden ha suspendido nuevos permisos para la perforación de petróleo y gas en tierras federales, lo que ha llevado a los republicanos a culpar a su administración por el aumento de los precios del gas en Estados Unidos. Sin embargo, Biden ha desviado la responsabilidad hacia factores externos, como la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el consiguiente aumento de los precios de la energía.
A pesar de la retórica de Trump, muchos expertos de la industria son escépticos sobre la viabilidad de reactivar el Keystone XL. Señalan que existen importantes barreras físicas, legales y políticas que dificultan su reinicio. Además, el panorama energético ha cambiado, con un aumento en la producción de petróleo en Estados Unidos y una expansión de la infraestructura de exportación canadiense, lo que ha reducido los incentivos económicos para el oleoducto.
La oposición ambientalista continúa siendo un factor significativo, con preocupaciones sobre las emisiones de carbono y el posible daño ecológico que podría causar el proyecto. En este contexto, la posibilidad de que Keystone XL sea reactivado parece cada vez más remota.
