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El canto en grupo ha sido un pilar fundamental de la cultura en diversas sociedades a lo largo de la historia. En Australia, este fenómeno ha cobrado especial relevancia, no solo como una forma de expresión artística, sino como un medio para fomentar la cohesión social y mejorar la salud mental de sus ciudadanos.
Un ejemplo emblemático de esta conexión se remonta a 2009, cuando el cantante John Farnham se presentó en un concierto benéfico por los devastadores incendios forestales que asolaron el país. La interpretación de su famosa canción «You’re The Voice» resonó entre las 36,000 personas presentes en el Sydney Cricket Ground, quienes, en un acto de solidaridad, cantaron al unísono, mostrando la fuerza de la comunidad australiana ante la adversidad.
La ciencia detrás del canto en grupo
Los estudios han demostrado que el canto en grupo tiene la capacidad de generar un vínculo social positivo y de ayudarnos a sintonizar con las emociones de los demás. Esta conexión emocional puede tener un impacto significativo en la salud mental, especialmente en un contexto donde muchos australianos descuidan su bienestar personal.
Un programa de canto comunitario realizado durante un año con adultos indígenas australianos reveló que los participantes experimentaron una disminución en los síntomas de depresión, un aumento en la resiliencia y una mayor sensación de conexión social. A nivel fisiológico, el canto en grupo se asocia con el aumento de la hormona oxitocina, que facilita el vínculo entre las personas y mejora nuestro estado de ánimo. Además, se ha comprobado que reduce los niveles de cortisol, lo que contribuye a una mejor respuesta inmunitaria. La práctica de hacer música juntos también puede liberar endorfinas que aumentan nuestra tolerancia al dolor.
A lo largo de la historia, Australia ha desarrollado una rica tradición de canto que, sin embargo, no ha alcanzado la notoriedad de otras naciones con culturas musicales más arraigadas, como Gales, conocida como «la tierra del canto». Mientras que las tradiciones de canto en países del hemisferio norte se han forjado en torno a la vida familiar en interiores, Australia’s más cálido clima invita a la actividad al aire libre.
La tradición coral en Australia tuvo sus inicios en la música religiosa, con libros de himnos utilizados en iglesias y en ocasiones estatales desde el siglo XIX. Esta apreciación por el canto floreció en la vida cotidiana, donde los pianos eran símbolos de estatus y cultura, y los coros se convirtieron en un elemento esencial de la vida comunitaria.
Hoy en día, aunque algunas tradiciones corales perduran, el canto en las escuelas ha pasado de ser una práctica fundamental a una actividad opcional, en parte debido a la saturación del currículo educativo y a la percepción de que las artes son menos importantes que otras materias. Además, existe una presión social que desalienta a los jóvenes, especialmente a los varones, de participar en actividades corales en lugar de dedicarse al deporte.
A pesar de estos desafíos, el canto en grupo sigue teniendo un lugar importante en la cultura australiana contemporánea. En el ámbito deportivo, los himnos y canciones de apoyo en eventos como el cricket y el fútbol australiano han consolidado una tradición de canto que une a los aficionados. La popularidad de eventos como el «Pub Choir», donde personas se reúnen para cantar en armonía en un ambiente relajado, refleja la capacidad del canto para generar comunidad y alegría.
En conclusión, el canto en grupo no solo es un medio de expresión artística, sino también un vehículo para la salud mental y la cohesión social. En un mundo cada vez más individualista, retomar y fomentar esta práctica podría ser crucial para fortalecer los lazos comunitarios y promover el bienestar emocional en Australia y más allá.