Recientemente, se ha reducido drásticamente la preocupación por el asteroide 2024 YR4, que inicialmente se estimó tenía un 2.8% de probabilidad de impactar la Tierra en 2032. Según la Agencia Espacial Europea (ESA), este riesgo ha disminuido a un insignificante 0.001%. Este cambio en la evaluación resalta la importancia de la vigilancia constante y la recopilación de datos precisos en la detección de objetos cercanos a nuestro planeta.
El asteroide 2024 YR4 fue descubierto por el telescopio del Sistema de Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) en Chile, poco después de la Navidad. Su detección el 27 de diciembre de 2024 activó una respuesta de defensa planetaria, que se basa en la observación y el análisis de la trayectoria de este tipo de cuerpos celestes.
A pesar de su pequeño tamaño, que oscila entre 40 y 90 metros de diámetro, el asteroide podría causar daños significativos si impactara en una zona poblada. La historia de la Tierra está llena de impactos de asteroides, y aunque el riesgo inmediato de 2024 YR4 ha disminuido, la amenaza global que representan estos cuerpos celestes sigue siendo una preocupación constante para los científicos y las agencias espaciales.
Un patrón de incertidumbre y vigilancia
El aumento inicial en la probabilidad de impacto, que alcanzó su punto máximo el 18 de febrero, fue rápidamente mitigado por observaciones adicionales realizadas con el telescopio Very Large Telescope (VLT) de la ESO, que logró reducir esa cifra considerablemente. La dificultad en la evaluación del riesgo se debe a la naturaleza dinámica del espacio; cada objeto en el cosmos está en movimiento, y las interacciones gravitacionales con otros cuerpos pueden alterar las trayectorias de asteroides como el 2024 YR4.
En los dos meses siguientes a su detección, el Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra de la ESA, junto con otras instituciones, monitorizó el asteroide. Este seguimiento ha permitido a los astrónomos refinar su órbita y comprender mejor el nivel de amenaza que representa. A medida que se obtiene más información, la incertidumbre tiende a disminuir, un fenómeno habitual en la detección y seguimiento de asteroides.
El asteroide sigue una órbita elíptica alrededor del sol y cruza la trayectoria de la Tierra, lo que lo clasifica como un objeto cercano a nuestro planeta. Su próximo acercamiento se producirá en diciembre de 2028, a una distancia de más de 8 millones de kilómetros, un margen que no representa ningún peligro. Sin embargo, entre ahora y entonces, no habrá posibilidad de observarlo desde nuestros telescopios terrestres.
El desarrollo de estrategias de defensa planetaria es crucial. Propuestas como el uso de impactores cinéticos que puedan ser lanzados en breve aviso están en discusión. Estos podrían estar ubicados estratégicamente, ya sea en puntos de Lagrange o en la superficie lunar, para actuar rápidamente si se detecta un riesgo inminente. Este enfoque permitiría desviar asteroides peligrosos sin recurrir a métodos destructivos como el uso de armas nucleares, que podrían generar un desastre aún mayor.
A pesar de la reducción del riesgo de impacto de 2024 YR4, la vigilancia de los asteroides sigue siendo fundamental. La reciente disminución de la amenaza de este asteroide no reduce el riesgo general que representan otros cuerpos celestes. Los asteroides de menor tamaño, que son más susceptibles de ser perturbados de sus órbitas, son los que deben preocuparnos en el futuro.
La comunidad científica continúa esforzándose por mejorar nuestras capacidades de detección y respuesta ante posibles amenazas. Con la próxima puesta en marcha del Observatorio Vera Rubin, se espera identificar más asteroides y evaluar cuáles son potencialmente peligrosos. Esta labor es esencial para proteger nuestro planeta y mitigar los riesgos que conlleva la existencia de estos objetos en nuestro vecindario cósmico.
