Desde el pasado martes, Estados Unidos ha puesto en marcha un conjunto de aranceles destinados a Canadá y México, sus principales socios comerciales. Esta medida, implantada por la administración del presidente Donald Trump, establece un arancel del 25% sobre una serie de importaciones provenientes de estos países, además de un 10% específico sobre la energía canadiense. Según economistas, estas tarifas tienen el potencial de encarecer los precios para los consumidores estadounidenses, aunque los efectos pueden ser más complejos de lo que parecen a simple vista.
Impacto de las tarifas en la economía estadounidense
Los aranceles funcionan como un impuesto sobre las importaciones, que es asumido por la entidad estadounidense que importa un producto determinado. Esto provoca que muchas empresas trasladen parte de estos costos adicionales a los consumidores. Por ejemplo, productos básicos como frutas y verduras de México, así como el petróleo canadiense, verán incrementados sus precios, afectando la economía doméstica de forma directa.
El impacto de estas tarifas no se limita a los productos que se importan directamente. Según Travis Tokar, profesor de gestión de cadenas de suministro, la complejidad de las cadenas de suministro significa que los aranceles pueden generar efectos en cadena que no son evidentes de inmediato. Por ejemplo, un sándwich de pollo de comida rápida no tiene ingredientes que provengan directamente de Canadá o México, pero el papel de aluminio que envuelve el sándwich podría estar sujeto a estos aranceles, lo que a su vez elevaría el costo final del producto.
El comercio entre Estados Unidos, Canadá y México alcanzó los 1,6 billones de dólares en 2024, representando más del 30% del comercio total estadounidense. Se estima que los aranceles podrían costar a cada hogar estadounidense un promedio de 930 dólares en 2026. Estos aumentos de precios no solo afectan a los consumidores, sino que también podrían tener un impacto negativo en la inversión y el empleo, ya que las empresas tendrían menos margen para reinvertir.
El sector automotriz es uno de los más afectados por estas medidas, dado que los fabricantes dependen de cadenas de suministro que abarcan todo el continente. Se calcula que estos aranceles podrían incrementar el costo de un automóvil hasta en 6,000 dólares, lo que afectaría también a las primas de seguros de vehículos.
Por otro lado, los precios de productos frescos como frutas y verduras podrían experimentar aumentos inmediatos. Brian Cornell, CEO de Target, ha señalado que los aranceles sobre México podrían obligar a la empresa a subir los precios de estos productos en cuestión de días. Esto se suma a un análisis de Yale que prevé un aumento cercano al 3% en los precios de los productos frescos en el corto plazo.
La respuesta a estos aranceles no se ha hecho esperar. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ya ha anunciado medidas de represalia que incluyen un arancel del 25% sobre 30,000 millones de dólares en importaciones estadounidenses, lo que refleja una escalada en las tensiones comerciales. Asimismo, China ha comenzado a implementar aranceles de retaliación que impactan directamente en la agricultura estadounidense, lo que podría complicar aún más la situación para los productores de ambos lados de la frontera.
Estas dinámicas de conflicto comercial subrayan la interconexión de las economías en un mundo globalizado, donde las decisiones de un país pueden provocar reacciones en cadena que afectan a diferentes sectores y economías nacionales. En este contexto, es fundamental analizar las políticas comerciales desde una perspectiva crítica, considerando tanto sus impactos inmediatos como sus consecuencias a largo plazo.
