
La alcaldesa de Washington D.C., Muriel Bowser, ha insinuado que el mural de Black Lives Matter, pintado cerca de la Casa Blanca, podría ser borrado. Esta declaración surge tras las demandas de legisladores republicanos que amenazan con retirar millones de dólares en fondos federales a la ciudad a menos que se elimine el mural y se renombre la plaza que lleva el mismo nombre.
El mural fue creado en junio de 2020 por orden de Bowser como un acto de desafío hacia el entonces presidente Donald Trump, en medio de las protestas nacionales que se desataron tras la muerte de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis. En ese momento, Bowser también renombró oficialmente la sección de la calle 16 NW donde se encuentra el mural como ‘Plaza Black Lives Matter’.
En un mensaje publicado en la red social X, Bowser expresó que, aunque el mural ha inspirado a millones y ha sido un símbolo de resistencia durante un periodo doloroso, la ciudad no puede permitirse ser distraída por lo que ella considera una “interferencia congresual sin sentido”. La alcaldesa subrayó que la prioridad actual debe ser el impacto de los recortes de empleo federales, que amenazan la economía local y la seguridad pública.
Presiones políticas y consecuencias económicas
Washington D.C. depende en gran medida del gobierno federal, con miles de empleos locales vinculados a agencias federales. Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha impulsado recortes significativos en el empleo federal, argumentando que el gobierno está sobrecargado de posiciones innecesarias. Su administración ya ha despedido a miles de trabajadores y ha reubicado a otros fuera de la capital.
Además, Trump ha ordenado que los empleados federales restantes regresen al trabajo presencial, una medida que Bowser ha apoyado para ayudar a reactivar la economía de la ciudad, que se encuentra en dificultades. Sin embargo, un reciente informe del director financiero de la ciudad ha advertido que Washington enfrenta un déficit presupuestario de mil millones de dólares en los próximos tres años, debido a la disminución del empleo federal y la ocupación de oficinas.
Las declaraciones de Bowser han generado una fuerte reacción entre los activistas, quienes ven el mural como un símbolo de resistencia. Black Lives Matter DC ha acusado a la alcaldesa de priorizar la política sobre el movimiento, afirmando que su intención es borrar el mural para apaciguar a los republicanos. Por su parte, Trump ha llamado a una “toma de control” federal de Washington, describiéndola como una ciudad asediada por el crimen y la falta de vivienda.
Los legisladores republicanos han introducido varios proyectos de ley que apuntan a la ciudad, incluyendo el llamado ‘Bowser Act’, que busca despojar a Washington de su limitada autonomía y otorgar a las autoridades federales un mayor control sobre el crimen y la policía. Este contexto político y social plantea un escenario complejo en el que la lucha por la justicia social y la autonomía local se entrelazan con las presiones económicas y políticas del gobierno federal.